CONVENTVS
CLASSICORVM
temas y formas del mundo clásico
temes i formes del món clàssic
temas y formas del mundo clásico
Els dos volums de Conuentus Classicorum ofereixen la visió
més completa possible de la varietat i la riquesa actuals
dels estudis clàssics a Espanya. Contenen una selecció de
les ponències, les comunicacions i els cartells presentats
en el transcurs del xiv Congrés de la Sociedad Española
de Estudios Clásicos, que se celebrà el juliol de 2015 a
Barcelona. Totes les contribucions, preparades i revisades
pels seus autors, recullen els aspectes fonamentals dels
resultats de les seves investigacions.
I
conventvs classicorvm
Los dos volúmenes de Conuentus Classicorum ofrecen
la visión más completa que puede obtenerse hoy de la
variedad y riqueza de los estudios clásicos en España.
Contienen una selección de las ponencias, comunicaciones
y carteles presentados en su día en el xiv Congreso de la
Sociedad Española de Estudios Clásicos, que tuvo lugar
en Barcelona en julio del 2015. Todas las contribuciones,
preparadas y revisadas por sus autores, recogen lo
fundamental de sus investigaciones y resultados.
I
Editores
Jesús de la Villa Polo
Emma Falque Rey
José Francisco González Castro
María José Muñoz Jiménez
SOCIEDAD ESPAÑOLA
DE ESTUDIOS CLÁSICOS
conventvs classicorvm
Temas y formas del Mundo Clásico
Temes y formes del Món Clàssic
Sociedad Española de Estudios Clásicos
Conuentus
Classicorum
Temas y formas del Mundo Clásico
Temes i formes del Món Clàssic
volumen i
Editores
Jesús de la Villa Polo
Emma Falque Rey
José Francisco González Castro
M.ª José Muñoz Jiménez
Madrid ■ 2017
© Sociedad Española de Estudios Clásicos
c/Serrano 107
Madrid E-28006
http://estudiosclasicos.org
isbn
978-84-697-8169-2 (obra completa)
978-84-697-8214-9 (volumen i)
978-84-09-00691-5 (versión digital)
depósito legal
M-35231-2017
edita
Sociedad Española de Estudios Clásicos
Madrid, 2017
composición
Sandra Romano Martín
sandra.romano@uam.es
cubiertas
Ángela Gómez Perea
agomezperea@gmail.com
impresión y encuadernación
Solana e Hijos Artes Gráicas, S.A.R.
solana@idecnet.com
Madrid
Sesiones especiales ■ Sessions especials
Paleohispanística y Filología Clásica
Palaeohispanitics and Classical Philology
javier de hoz
Universidad Complutense de Madrid ■ Fundación Pastor de Estudios Clásicos
javierdhb@gmail.com
joaquín gorrochategui
Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea
joaquin.gorrochategui@ehu.eus
Resumen ■ Este trabajo relexiona sobre las estrechas relaciones existentes
entre la Paleohispanística, entendida como el conjunto de disciplinas, técnicas
y metodologías que tiene por objeto principal el estudio de las epigraías y lenguas prerromanas de la Península Ibérica, y la Filología Clásica. En el trabajo
se explican las razones históricas y las razones necesarias de dicha relación.
En la primera parte, tras un apunte sobre los antecedentes de los humanistas
del renacimiento, se valora la aportación fundacional del lingüista, clasicista y
vascólogo G. de Humboldt y el desarrollo cientíico de la disciplina de manos de
un epigraista clásico como Hübner, un lingüista historicista como Schuchardt
y otros ilólogos que editaron las fuentes clásicas, hasta llegar a la igura central
de Gómez Moreno, el descifrador de la escritura ibérica levantina, que da paso
al periodo de consolidación de la disciplina entre los años 50 y 80 del s. xx en
el marco de la universidad española. En la segunda parte, se repasan algunos
aspectos ilustrativos de la necesaria relación metodológica entre ambas disciplinas, desde la ayuda ofrecida por la paleohispanística para el conocimiento de
la epigraía focea, hasta los diferentes ámbitos en que la paleohispanística halla
modelo hermenéutico en la ilología clásica.
Palabras clave ■ ilología ■ epigraía ■ leyendas monetales ■ desciframiento ■
historia de la ilología ■ método ilológico
Abtrat ■ his study relects on the close relationships at work in Palaeohispanistics, understood as a set of disciplines, techniques and methodologies whose
principle objective is the study of pre-Roman epigraphs and languages in the
Iberian Peninsula, and Classical Philology. he article explains the historical
reasons and the necessary reasons for such relationships. In the irst part,
following a note on the precedents set by Renaissance humanists, we assess
the foundational contribution of the linguist, classicist and bascologist W. von
Humboldt and the scientiic development of the discipline by the likes of classic epigraphists such as Hübner, historical linguists like Schuchardt and other
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paleohispanística y filología clásica
philologists who published classical sources. his takes us up to the arrival of the
central igure of Gómez Moreno, the decipherer of the Levantine Iberian script,
who gave way to a period in which the discipline was consolidated in the Spanish
university system between the 1950s and the 1980s. In the second part, there is
an overview of certain illustrative aspects of the necessary methodological relationship between both disciplines, from the help extended by Palaeohispanistics
to the understanding of Phocaean Epigraphy and the diferent ields in which
Palaeohispanistics inds a hermeneutic model in Classical Philology.
Keywords ■ philology ■ epigraphy ■ coin legends, decipherment ■ history of
philology ■ philological method
1. Introducción
or primera vez los congresos de la Sociedad Española de Estudios
Clásicos acogen una sección dedicada a la Paleohispanística. Permítasenos dejar para más adelante los agradecimientos, ya que para
muchos en estos momentos la cuestión previa será «por qué Paleohispanística y Filología Clásica». Es sin duda una buena pregunta a la
que esperamos ser capaces de contestar, pero antes es necesario dejar
claro qué entendemos por Filología Clásica y por Paleohispanística.
En principio todos sabemos aquí qué es la Filología Clásica, tenemos noticias de sus raíces entre los propios griegos al menos desde
la Soística, de su redeinición renacentista, de su consolidación
cientíica en el xix, y de la posibilidad de entenderla de muy distintas
formas. Quisiéramos por esto último dejar claro en qué sentido vamos
a referirnos a ella, partiendo de una descripción clásica que recoge
y completa esa consolidación cientíica del xix, la que nos da Wilamowitz al comienzo de su Historia de la Filología (p. 1) en la conocida
enciclopedia de A. Gercke y E. Norden (1921).
Traducido al español Wilamowitz dice así:
P
La misión de la Filología es dar nueva vitalidad por el poder de la ciencia
a aquella vida pasada, la canción del poeta, el pensamiento del ilósofo y
del legislador, la santidad de la morada divina y los sentimientos de los
creyentes y de los incrédulos, la variada actividad en el mercado y en el
puerto, por tierra y mar, y al ser humano en su trabajo y sus juegos. También
aquí, como en toda ciencia, o por decirlo a la griega, en toda ilosoía, el
principio está en el asombro ante lo incomprendido; el objetivo es la pura y
feliz contemplación de lo que hemos comprendido en su verdad y belleza.
Nuestra ciencia es una unidad porque la vida que intentamos comprender
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Figura 1 ■ Mapa con la localización de las inscripciones paleohispánicas. Las
variedades de escritura se indican en el mapa. Las referencias de las inscripciones
corresponden a J. Untermann MLH, o en su caso a J. de Hoz 2010.
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es una unidad. La distinción de disciplinas, Filología, Arqueología, Historia Antigua, Epigraía, Numismática, ahora también Papirología, solo
se justiica por las limitaciones del conocimiento humano y no puede ni
siquiera en el especialista ahogar la conciencia de la totalidad.
Ha sido una cita larga pero creemos que compensaba porque a
pesar de su fecha (1921) sigue siendo plenamente válida en sí misma
y en su capacidad de apertura. Al igual que Wilamowitz introduce la
papirología como una novedad nosotros podemos introducir disciplinas para él insospechadas, como, por ejemplo, la tipología lingüística
o la genética de poblaciones, pero en todo caso estamos intentando
captar, con ayuda de diversos recursos y métodos, la realidad de un
mundo antiguo que es en sí una alegría y que nos hace ver el nuestro
con otros ojos, y lo hacemos, aunque Wilamowitz no lo menciona
porque está muy claro en su contexto, fundamentalmente a través
de los textos que nos han llegado de ese mundo.
La Paleohispanística es también una Filología en el sentido que
hemos visto, pero se ocupa de un bloque de textos limitado y peregrino, y debemos empezar por presentarlos sucintamente para que
nuestra argumentación tenga sentido. El mapa que vemos en la ig. 1
recoge la totalidad de los puntos en que han aparecido inscripciones
paleohispánicas, es decir escritas en lenguas que se hablaban en la
Península Ibérica en la Antigüedad1. Es un mapa plano, sin estratos
cronológicos, y para darnos una idea real de la variedad de nuestros
materiales debería recoger también los topónimos y las inscripciones
latinas en que aparecen nombres paleohispánicos, pero basta con él
para una primera aproximación.
Sin entrar en detalles, y prescindiendo de las inscripciones fenicias,
griegas y latinas republicanas que también aparecen en el mapa, es
evidente la complejidad de un panorama en el que conviven varias
lenguas y varias escrituras que se combinan de forma desigual2. La
escritura aparece en la Península Ibérica no más tarde del s. vii a.C.
como adaptación de la escritura consonántica fenicia (Fig. 2, col. 4)
al parecer en el territorio tartesio y desarrolla una serie de variantes,
las escrituras paleohispánicas, que se corresponden con la variedad
lingüística y social de los pueblos paleohispánicos, en particular
1 Presentaciones generales: Untermann 1981, 2001 y 2001a; Correa 2004a; de Hoz 2010 y 2011;
Simkin 2012; Sinner & Velaza (eds.) 2018.
2 El corpus de referencia de la epigraía paleohispánica es la monumental obra de J. Untermann, Monumenta Linguarum Hispanicarum (1975–1997).
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Figura 2 ■ Tabla comparativa de los signarios y alfabetos usados en Hispania. Leyenda: 1.
Transcripción del alfabeto griego. 2. Alfabeto jonio arcaico inal-clásico inicial. 3. Alfabeto grecoibérico. 4. Escritura consonántica fenicia. 5. Transcripción de la escritura fenicia. 6. Escritura del SO.
7. Referencias para identiicar los signos. 8. Transcripción de los signos paleohispánicos. 9. Escritura
meridional (SE). 10. Escritura levantina o ibérica en sentido restringido (E). La escritura celtibérica
prescinde de G7, y representa 〈m〉 y 〈n〉 según zonas por G10 y G9 o G9 y G11. Para G12 y G13 se puede
utilizar la transcripción 〈z〉 y 〈s〉, y en MLH iv, seguido por algunos autores, se utiliza 〈đ〉 y 〈s〉.
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Figura 3 ■ La escritura grecoibérica. El alfabeto greco-ibérico comparado con otros alfabetos
jonios. 1. Transcripción en alfabeto latino. 2. Alfabeto jonio general. 3. Olimpia, c. 470 (alfabeto
samio, LSAG 342.19). 4. Heraion de Samos, c. 459-4 (LSAG 342.21). 5. Heraion, c. 570-60 (LSAG
341.4). 6. Heraion, c. 500? (M-L 16). 7. La Serreta, Alcoy (G.1.1). 8. El Cigarralejo, Mula (G.13.1).
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tartesios, íberos, y celtíberos. La ocupación romana inluye en el desarrollo de las epigraías locales, algunas de las cuales aparecen solo en
ese momento y en el caso lusitano solo se expresa en alfabeto latino,
y nos proporciona además una gran cantidad de información sobre
rasgos indígenas lingüísticos a través de nombres de persona, teónimos y topónimos, estos últimos aún más abundantes en las fuentes
literarias. Tanto epigraía como fuentes nos informan también sobre
aspectos aún peor conocidos, como las literaturas, en particular la
turdetana, continuadora de la tartesia.
Es obvio sin embargo que el núcleo de la ilología paleohispánica
lo constituyen las inscripciones en lenguas indígenas y estas están
ligadas a las diversas escrituras en que se han expresado (Fig. 2). Como
hemos dicho la primera forma de escritura paleohispánica, de la que se
derivarán las restantes, debió ser la desarrollada por los tartesios, para
ciertos autores identiicable con la de las llamadas inscripciones del SO
(Fig. 2, col. 6), aunque estas posiblemente representan una temprana
adopción por gentes de cultura menos avanzada que no sobrevivirá
al siglo iv a.C., pero que nos da la imagen más próxima que tenemos
de la auténtica escritura tartesia. Como se ve por la transcripción de
los signos (Fig. 2, col. 8), se trata de una escritura semisilábica, en la
que ciertos grafemas representan vocales o consonantes continuas
mientras que otros representan sílabas abiertas iniciadas por oclusiva.
La escritura tartesia parece sobrevivir en fechas posteriores, aunque escasamente atestiguada, en la turdetana de la Baja Andalucía,
mientras que a partir de la provincia de Jaén encontramos inscripciones en una escritura diícilmente distinguible de la turdetana
pero en lengua ibérica. A ambas variedades las llamamos escritura
meridional (Fig. 2, col. 9).
La lengua ibérica es la mejor documentada de las paleohispánicas
aunque no podamos comprenderla. No solo se ha expresado en la escritura meridional sino sobre todo, desde la orilla izquierda del Segura
hasta el Languedoc occidental, en la que llamamos levantina o ibérica
sin más (Fig. 2, col. 10), la única de las paleohispánicas totalmente
descifrada (vid. infra), y también lo ha hecho en una adaptación del
alfabeto jonio (Fig. 2, col. 3 / Fig. 3, cols. 7–8) utilizada durante un par
de siglos en la zona de Alicante.
De las lenguas indoeuropeas paleohispánicas (vid. ig. 1) solo el
celtibérico nos ha dejado un grupo signiicativo de inscripciones, en
su mayor parte en una adaptación propia de la escritura ibérica, en
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algunos casos en alfabeto latino. También en alfabeto latino se expresan las escasas inscripciones lusitanas. Es posible que en la Península
existiesen otras lenguas indoeuropeas e incluso preindoeuropeas —
aparte del vasco antiguo, cuya presencia en territorio vascón y aledaño
está conirmado por onomástica especíica (vid. Gorrochategui 1984;
2009)—, pero la información no permite pasar de especulaciones.
Ya lo dicho hasta ahora puede hacernos ver ciertas relaciones entre
Filología Clásica y Paleohispanística, textos en alfabeto griego o latino,
apogeo del uso de la escritura en contacto con Roma, información
en gran medida proporcionada por textos clásicos, pero conviene
precisar más. Las razones que consagran el parentesco de Filología
Clásica y Paleohispanística son de dos tipos, hay razones históricas y
necesarias. Las razones históricas implican una tradición y estamos de
acuerdo en que una mala tradición debe ser eliminada cuanto antes,
pero una buena tradición es un valor añadido y creemos que este es
el caso que nos ocupa.
2. Razones históricas de la relación entre ambas disciplinas3
2.1. Los primeros humanistas
Los primeros textos paleohispánicos que fueron estudiados por nuestros humanistas fueron las monedas y ello ocurrió como consecuencia
de su interés anticuario y ilológico por las monedas antiguas, que permitían conocer retratos de personajes históricos, titulaturas oiciales,
nombres de ciudades y en ocasiones la localización de estas. Pero entre
esas monedas latinas y griegas en la Península Ibérica se encontraban
otras en escrituras extrañas, pero comparables en otros aspectos a las
clásicas, y naturalmente surgió el interés por comprenderlas.
Antonio Agustín (1517–1586), al que sin duda tenemos que considerar un extraordinario ilólogo por sus trabajos fundamentales sobre
los textos legales romanos y su lengua, sobre autores como Festo o
Varrón y por su contribución al nacimiento de una epigraía cientíica
3 No existe una historia de los estudios paleohispánicos que permita contrastar su evolución con la de la Filología Clásica. En general se ha centrado el interés sobre la historia del
desciframiento de la escritura ibérica (vid. por ejemplo Caro Baroja 1954: 681–702), que con
ser aspecto esencial dista de agotar la cuestión. Marginalmente, y dada la relación tradicional que se estableció entre los estudios ibéricos y el vasco, pueden encontrarse datos de
interés sobre el progresivo conocimiento de las lenguas paleohispánicas en Tovar 1980.
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(M. Crawford ed. 1993, en particular 2–3), realizados básicamente durante sus años en Roma, siguió interesándose tras su vuelta a España,
como obispo primero de Lérida (1564) y arzobispo de Tarragona (1577)
después, por los testimonios de la antigüedad que le eran asequibles
junto con los textos que tan bien conocía, y nos dejó prueba de ello
en un gran libro, Diálogos de medallas, inscriciones y otras antiguedades
(Tarragona 1587)4, que constituye en buena medida una introducción a
la numismática y a la epigraía clásicas basada en materiales reunidos
por el propio Agustín en Italia y España. Esos materiales españoles
le llevan a ocuparse, junto a las monedas de lengua conocida, latín y
griego, de las de lengua no conocida «que son como yo imagino de
la antigua que se hablaba en España cuando vinieron los romanos»
(241–2). Hay muchas observaciones interesantes de Agustín sobre
esas leyendas en lengua no conocida, pero sobre todo nos interesa
un hecho; Agustín sabe por Livio que en Ampurias vivieron griegos,
íberos y romanos, y pone correctamente en relación con la ciudad
monedas en alfabeto griego, en alfabeto latino y en escritura ibérica
(242–4), lo que podemos considerar el primer paso correcto en el
conocimiento de la epigraía paleohispánica y una de las raíces de la
futura Paleohispanística.
Pero por esas mismas fechas, y aparte del estudio de las monedas,
se consolidaba una segunda raíz. Felipe ii, haciendo por una vez un
servicio intelectual a su país, encargó a Ambrosio de Morales (1513–
1591), catedrático de Alcalá formado en Salamanca bajo la inluencia
de su tío, el gran humanista Pérez de Oliva, que continuase Los cuatro
libros primeros de la crónica general de España (1543), aumentados en un
quinto en 1553, que había redactado el cronista de Carlos v, Florián de
Ocampo (c. 1495–1559). La obra de Ocampo se ocupaba de la historia de
España desde sus orígenes hasta la muerte de los Escipiones, pero era
todavía un libro medieval y legendario, mientras que Morales es un
cumplido humanista que afronta su tarea con un gran conocimiento
de los autores clásicos en que tenía que basarse5. Su actitud nada
localista queda de maniiesto en el capítulo sobre las instituciones de la
República romana con el que introduce su obra, y de hecho su historia
de España desde la muerte de los Escipiones, que se inicia como libro
4 Edición facsímil publicada en Madrid en 1987 (Jano sl).
5 A. de Morales 1574 (los volúmenes siguientes no nos afectan aquí). No existe reedición
moderna, pero la original es accesible en la red. Para una visión actual de otros aspectos
de la obra de Morales sobre la Hispania antigua vid. Abascal 2012.
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sexto marcando la continuidad con Ocampo, es una historia humanista
ceñida en lo posible a Livio pero sin desatender a otros autores, que
hasta cierto punto considera la historia de España como un aspecto de
la de Roma. No desdeña por ello las cuestiones indígenas, pero no se
limita a los datos militares que privilegian las fuentes, sino que recoge
todo lo que en ellas pueda servir para conocer cómo eran los habitantes
de la Península en aquellas fechas. Esto hace posible que en el libro
noveno, tras hablar del nacimiento de Cristo y del emperador Tiberio,
introduzca un capítulo que lleva por título «Los lenguajes diversos que
tenían por este tiempo los Españoles, y el rastro que se halla dellos»
(ix.iii). Para la futura Paleohispanística este texto es fundamental; en
él se recogen por primera vez todas las fuentes de interés para el tema,
se mencionan y comentan todas las palabras que los antiguos atribuyen
a los hispanos y se llega a la conclusión, contra la supuesta unidad
lingüística de la Península en la antigüedad que testimoniaría el vasco,
de que aquí se hablaban lenguas diversas en las distintas regiones.
Con la obra de Agustín y de Morales la Paleohispanística ya tenía un
futuro. Aparte de los resultados concretos que he mencionado, había
aparecido una forma de trabajar que no era otra que la de la incipiente
ilología clásica: recopilar la información, manejar fuentes de primera
mano y exhaustivamente, con exactitud y con sentido crítico. Esos
mismos propósitos se daban en una tercera línea, también esencial
para el futuro de la Paleohispanística, que estaba presente tanto en
Agustín como en Morales, la autopsia de las inscripciones antiguas, su
compilación y su edición comentada. Algo que por entonces no había
enlazado aún directamente con los textos paleohispánicos, limitados
a las monedas, pero que acabaría siendo esencial en un doble sentido,
por la aplicación sistemática a la epigraía paleohispánica del método
desarrollado en la clásica y al advertirse la enorme masa de información
sobre aspectos muy variados de la cultura lingüística paleohispánica
que se hallaba en la epigraía latina.
En los siglos siguientes, hasta comienzos del xix, se siguen manteniendo las líneas que acabamos de mencionar, con reiterados y fracasados
intentos de descifrar las letras desconocidas de las leyendas monetales,
pero prácticamente sin novedades en otros terrenos excepto la eterna
polémica sobre la unidad de la lengua antigua y su identiicación con el
vasco, en la que en realidad más que novedades se producen repeticiones6.
6 Caro Baroja 1942–43; Michelena 1958; Tovar 1980; Rodríguez Ramos 2002.
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Que se sepa, la historia de la incorporación a nuestros estudios
de las inscripciones indígenas no monetales no se ha hecho nunca adecuadamente. El protagonismo que desde el principio tuvo la
numismática inluyó sin duda en que las raras inscripciones de otro
tipo pasasen desapercibidas, aunque Manuel do Cenáculo Vilas-Boas
(1724–1814), obispo de Beja, comprendió la importancia de las lápidas
del SO aparecidas en su diócesis y las reunió e hizo dibujar7.
Por esas mismas fechas (1782) Pérez Bayer copió en Alcalá del Río
una lápida del mismo tipo8, y ya antes, en 1752, José Velázquez en su
Ensayo sobre los alfabetos de las letras desconocidas, había utilizado junto
a las monedas el llamado «vaso de Cástulo» y una lápida ibérica de
Iglesuela (123–9)9.
Nos quedamos así en el umbral del xix, cuando realmente se
producirá la incorporación sistemática de la epigraía no monetal
paleohispánica a la ciencia, cuando se consolidará la Filología Clásica,
condición necesaria para la existencia de una ciencia paleohispanística,
y cuando estos temas atraen la atención de grandes personalidades
internacionales que los marcarán no siempre para bien pero sí dándoles el marchamo de disciplina seria y cientíica.
2.2. Los fundamentos y desarrollo de los estudios en el s. xix
2.2.1. Guillermo de Humboldt
Guillermo de Humboldt, una personalidad inluyente en los inicios de
la lingüística moderna y, por otro lado, testigo del surgimiento de la
lingüística comparada indoeuropea, de cuyos avances por los trabajos
pioneros de F. Bopp o J. Grimm tenía perfecto conocimiento, trajo a los
estudios sobre las antigüedades hispanas nuevos aires, aun sin lograr
desprenderse en muchas ocasiones de viejas opiniones y prejuicios.
Como estudioso del lenguaje humano en general, le interesaba la
lengua vasca por sí misma, como espécimen particular de la variedad
tipológica del lenguaje humano. Ideó un programa muy ambicioso
7 El Album de Don Manuel (Lápides do Museo Sesinando Cenáculano Pacense, manuscrito conservado en la Biblioteca Pública de Évora), que contiene piezas posteriormente perdidas,
sigue siendo una fuente imprescindible para el estudio de las inscripciones del so (Viana
1952; de Mello Beirão 1986a), y por supuesto sus dibujos se reproducen en los corpora recientes (de Mello Beirão 1986; Hipólito Correia 1996, MLH iv).
8 Para la inscripción de Pérez Bayer, vid. Correa 1985.
9 Velázquez 1752 y 2002. Sobre la obra, vid. García Cuadrado 2002; de Hoz 2010a.
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paleohispanística y filología clásica
para su estudio, del cual solo publicó en vida la famosa Prüfung (1821),
que pretendía ser tanto la presentación histórica y antropológica
de la lengua como un ensayo sobre el tema de los orígenes de las
poblaciones autóctonas de la Península Ibérica. Era consciente del
valor de la comparación lingüística como medio para adentrarse en
el conocimiento de periodos prehistóricos de la humanidad, y al concebir la lengua vasca como resto de una situación lingüística anterior
a la romanización, reconoce su valor como instrumento o llave para
arrojar luz sobre periodos prehistóricos. Esta valoración de la lengua
vasca ha estado omnipresente no solo en los estudios paleohispánicos
hasta ahora, sino que ha afectado también en tiempos recientes a otras
disciplinas como la genética de poblaciones, la toponimia prehistórica
o la antropología de Europa.
Tanto para el estudio de la lengua en sí, como para la investigación
de los orígenes lingüísticos de Iberia, Humboldt no tuvo más remedio
que apoyarse en la tradición hispana, dominada ampliamente por
los llamados apologetas vascos. Esta dependencia lastró en parte los
avances signiicativos que desde el punto de vista del método e incluso
de los descubrimientos empíricos tuvo la obra. Michelena (1973: 140)
opinaba que la Prüfung no descolló especialmente del resto de obras
del momento y Untermann (1995: 30) le achacó la culpa de mantener
durante más de un siglo el erróneo dogma de la universalidad originaria de la lengua vasca en la Península.
Una valoración más ecuánime de la obra en el contexto histórico
resaltará los puntos novedosos:
■ Humboldt aplicará al estudio de los topónimos lo que él llama
«analogía lingüística», alejándose de las fantasiosas etimologías
anteriores. Pondrá especial atención en el lado fonético del topónimo, en especial en la tipología fonética (p.ej., presencia de
fonemas o de combinaciones de los que carece el euskara), para
adscribirlo a la lengua vasca o no. Intentará un análisis en raíces y
suijos, profundizando en los aspectos derivativos de la formación.
■ Como consecuencia de lo anterior, logra establecer series toponímicas tanto por sus raíces o bases, como por sus elementos inales,
composicionales o derivativos [«Desinencias muy usuales del nombre ibérico son uris…, briga… ba y pa, tani y tania, gis, ula e ippo»],
y no todos estos elementos son explicados por el vascuence, sino
que predica la celticidad de -briga, la no vasquidad de -ippo, y la
posible latinidad en ocasiones de -ula.
Conuentus Classicorum vol. i · Madrid 2017 · 119–150
javier de hoz & joaquín gorrochategui
■ Por último consigue localizar algunas de estas series en áreas concretas, de modo que le lleva a proponer una división lingüística de
la península en, al menos, dos áreas, una de las cuales es claramente
céltica, en la que se concentran los topónimos en -briga, Sego- y
Nerto-. Dice: «y la división de toda la península en dos partes conexionadas de tal manera… es tan llamativa, que se ha de admirar
que nadie hasta hoy haya prestado atención a ello» (Humboldt
1821: 85s). Y podemos nosotros añadir que esta división bipartita
de Hispania es tan explícita en su obra que resulta enormemente
sorprendente que toda la tradición posterior se haya limitado a
repetir la tesis vasco-iberista universal, como si solo hubiera leído
las nueve proposiciones de conclusiones de su capítulo 49.
Humboldt conocía la existencia de monedas y de inscripciones
ibéricas, así como ciertos intentos de desciframiento como los de Juan
B. Erro, discípulo de Pablo P. Astarloa, pero al ser consciente de la inseguridad de su lectura no las utiliza en absoluto. Piensa que antes hay
que hacer un verdadero trabajo previo de recopilación, localización
geográica, colación de signos y establecimiento del alfabeto, haciendo
después una observación que solo cien años más tarde se revelará
acertada: «No se ha de olvidar, sin embargo, que se tiene ante sí muy
probablemente inscripciones en idiomas muy diferentes, vascuence,
púnico y celta» (Humboldt 1821: 180).
2.2.2. Desarrollo en el s. xix: E. Hübner, H. Shuhardt
Este programa de recopilación y estudio de las inscripciones ibéricas
esbozado por Humboldt será llevado a cabo con la exhaustividad y
sistematicidad exigidas por el epigraista y clasicista Emil Hübner
(1834–1901) a inales de siglo en su obra Monumenta Linguae Ibericae
(1893). Hübner fue uno de los más grandes estudiosos de la epigraía
latina de su época; tras sus estudios de Filología Clásica en Berlín,
Mommsen le encarga en 1858 la edición de las inscripciones latinas
de Hispania, lo que será el tomo ii del cil. Tras once años de intensos
estudios, tanto de gabinete como de inspección ocular de los epígrafes en su viaje por toda la Península, logró publicar el corpus en
1869. Durante su estancia peninsular Hübner estableció una sólida
amistad con muchos eruditos españoles, que le proporcionaron gran
cantidad de datos e información sobre colecciones, manuscritos, ruinas y hallazgos. Inluyó para la creación de museos provinciales que
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recogieran el patrimonio arqueológico y epigráico, circunstancia
que le ayudó mucho en sus tres viajes realizados en la década de los
80 para la redacción del Supplementum (1892)10.
Toda la técnica ecdótica empleada en la edición de epígrafes latinos
fue aplicada a la edición de los ibéricos. En primer lugar, se aprecia
una preocupación por la detección de inscriptiones falsae vel suspectae,
verdadera lacra de toda epigraía, mucho más dañina por diícilmente
detectable en casos como la paleohispánica donde no existían criterios
sólidos lingüísticos ni epigráicos para la toma de decisiones. A pesar
de su cuidado, editó como genuinas algunas falsas o sospechosas, que
evidentemente distorsionaron su investigación11.
Los MLI son un compendio de extraordinaria erudición. El autor
recogió en la obra toda la información conocida hasta el momento y
la ofreció de una manera sistemática y ordenada. En la primera parte
o Prolegomenos hace un detallado relato de los antecedentes de la
disciplina, para pasar luego a una descripción de la escritura y de la
lengua. El corpus propiamente dicho está dividido en un apartado para
monedas y en otro para inscripciones, dispuestas según las divisiones
administrativas romanas. El libro se cierra con exhaustivos índices
de nomina, clasiicados según tipo de nombre, lengua y territorio.
Hübner aplicó también a las inscripciones indígenas un cuidado
por la observación paleográica de los signos, que ya había establecido
para el latín en sus Exempla scripturae epigraphicae latinae (1885). Ello
le lleva a observar diferencias regionales, que anota con precisión. En
el apartado dedicado a la lengua analiza también con minuciosidad
todas los elementos de los vocablos, clasiicándolos según sus terminaciones, raíces u otros criterios.
Pero todo este orden y afán clasiicatorio, que le coniere a la obra
un aire de sistematicidad, no esconde más que un profundo caos, que
debe su razón de ser a que trata como elementos de una única lengua
ibérica testimonios y datos que pertenecen a más de una lengua. Y este
error clasiicatorio básico no se debe solamente al fallido intento de
desciframiento de la escritura ibérica, lo cual es cierto, sino también a
su llamativa incapacidad para detectar la existencia de alguna lengua
indoeuropea en los textos lusitanos y del oeste hispano, a pesar de
10 Sobre la actividad de Hübner como epigraista latino, véase Stylow & Gimeno (2004) y
Marzoli et al. (2014).
11 Untermann, MLH, considera falsa su n.º xiii, y sospechosas las inscripciones iii, viii, xiii
y xlii.
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observaciones atinadas, como que en estas existen bastantes palabras
con P, que son incompatibles con lo ibérico, o la curiosa coincidencia
lexiva de muchos nombres indígenas del centro y oeste hispano con
casos latinos (MLI, p. cxxxvi).
Como es sabido, Hübner falló en el desciframiento de la escritura, a
pesar de todos sus esfuerzos por poner orden en los signos, por pensar
que estaba ante un alfabeto estándar, derivado del fenicio. Su espíritu
sistemático tuvo, sin embargo, un efecto positivo en la historia de la
disciplina: Gómez Moreno vio con más facilidad dónde se hallaba la
clave del desciframiento poniendo atención en las incongruencias
de la propuesta de Hübner, que había hecho patentes su cuidada
ordenación de los datos.
Es necesario citar también a otra gran personalidad de la lingüística y
de la romanística de su tiempo, Hugo Schuchardt (1842–1927), por sus
contribuciones a la lingüística vasca y a los estudios paleohispánicos.
Schuchardt, como Hübner, se siente heredero de la tradición humboldtiana, creyendo en la íntima relación genética entre el vascuence
y el ibérico. El paleógrafo y medievalista francés Achille Luchaire
había dejado claro hacia 1877 que la Aquitania meridional pertenecía
al mundo lingüístico vascón12, lo cual tuvo una repercusión inmediata
en la disciplina: los nombres aquitanos aparecen ya en los índices
de MLI de Hübner, y Schuchardt los utilizará para su estudio de la
onomástica ibérica. Pero hay que esperar al hallazgo de un epígrafe
latino excepcional, el decreto de concesión de ciudadanía romana a los
integrantes de una turma de caballería ibérica por Pompeyo Estrabón,
el llamado bronce de Áscoli (CIL i², 709) para que Schuchardt (1909)
despliegue toda su maestría en el análisis de los elementos onomásticos de los nombres allí trasmitidos, alcanzando un conocimiento del
tema no superado hasta el presente en lo esencial.
Sus esfuerzos por avanzar en el conocimiento de la lengua ibérica a
partir de los testimonios publicados por Hübner fueron, sin embargo,
baldíos. Fue incapaz de ver la variedad lingüística que se escondía bajo
la aparente unidad epigráica ibérica ofrecida por los MLI, de modo
que su reconstrucción de la lexión ibérica y su comparación con la
vasca (Schuchardt 1907) no resultó ser más que un ingenioso ediicio montado habilidosamente por un lingüista con extraordinarios
12 Su artículo más claro y programático es Luchaire 1877.
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conocimientos, que fue derribado por el soplo de aire fresco que supuso
el desciframiento de la escritura por Gómez Moreno.
2.2.3. Manuel Gómez Moreno
Y llegamos así a una igura central en nuestra disciplina, la del arqueólogo granadino Manuel Gómez Moreno (1870–1970), a quien debemos
el desciframiento de la variedad más extendida de la escritura ibérica.
Al igual que en muchos otros desciframientos, en el del ibérico se
combinaron varios factores, como la ordenación de datos realizada por
investigadores anteriores, el hallazgo de algún epígrafe especialmente
signiicativo por su contenido y la genialidad de un investigador. Gómez
Moreno se dio cuenta, al ver la tabla «Alphabeta» de MLI (p. lvi), de
que había demasiadas letras o signos para expresar un mismo sonido,
que se tomaban por variantes. Según sus propias palabras (1943: 258s):
Fue base para ella el haber aprendido por el Curtius, cuando estudiaba
griego, la distribución de letras en vocales, consonantes mudas y semivocales… Recordándola, y apercibido por Hübner de caracteres ibéricos
equivalentes a sílabas, induje aplicar el caso a uno de los antedichos
grupos, que fue el de mudas u oclusivas, precisamente, y obtuve así, con
cierta sorpresa, un semisilabario a prueba de ensayos.
El desciframiento fue anunciado en 1925 de una manera tan sucinta y
de pasada, que pasó desapercibido a muchos. He aquí el pasaje:
Tocante a lo escrito con letra ibérica, ciertas monedas, las estelas que
parecen ser epitaios y algunos enseres domésticos, arrojan palabras con
apariencia de nombres personales. Con las reservas precisas aquí van los
más probables: pero, ya que no sea cómodo presentarlos sino transcritos,
valga incluir, además, por comprobante, un esquema del alfabeto-silabario
en cuestión…, sin pretender colacionarlo con el tartesio, cuyos valores se
mantienen, a mi juicio, casi del todo inciertos (Gómez Moreno 1925: 244).
Es signiicativo señalar que este trabajo en el homenaje a Menéndez
Pidal se titulaba «Sobre los iberos: el bronce de Ascoli», del cual tuvo
conocimiento Gómez Moreno hacia 1923 gracias a una conferencia
de Ettore Paris en Madrid. El mismo epígrafe que le había servido
a Schuchardt para describir el sistema onomástico de los iberos, le
proporcionó a Gómez Moreno el material de control para chequear
la bondad de sus transcripciones. Como él mismo dice, se basó en las
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leyendas monetales y en los nombres propios trasmitidos en unos
pocos epitaios y graitos, ya que muchos de estos elementos onomásticos tenían correlato en las fuentes griegas y especialmente latinas.
Como en muchos desciframientos, il fallait chercher les noms propres!
Como vemos, a lo largo del s. xix y de la mano de personalidades muy
inluyentes en Europa, la paleohispanística se fue apropiando de los
conocimientos y de los métodos empleados en las diversas áreas de
la ilología clásica: un acceso directo y crítico a las fuentes textuales
grecolatinas, la constitución de una epigraía paleohispánica con
métodos utilizados en las clásicas, un aprovechamiento del material
secundario onomástico indígena trasmitido por la epigraía latina y
en menor escala griega o fenicia, la aplicación de los avances en lingüística comparada teniendo por modelo los estudios indoeuropeos
y tipológicos que, como hemos visto en la cita de Gómez Moreno,
sirvieron para encauzar el desciframiento.
2.3. La consolidación de la paleohispanística
Sobre estos sólidos cimientos se aianza la paleohispanística tras
nuestra guerra civil, dando inicio al periodo clásico de la disciplina, que experimentó un verdadero avance en el conocimiento de
nuestras antigüedades como consecuencia del desciframiento. Este
periodo signiica también el enraizamiento de estos estudios en la
universidad española, pasando progresivamente el peso de la investigación de manos alemanas a manos peninsulares. Una igura clave
en los inicios es, sin duda, Antonio Tovar, ya que reúne en su persona
prácticamente todos los hilos de la tradición anterior y los proyecta
directa o indirectamente sobre la generación posterior. Tanto por
su formación en el Centro de Estudios Históricos, donde tuvo por
maestros a Menéndez Pidal y Gómez Moreno, como por sus estudios
de ilología clásica en Alemania, A. Tovar personiica la aplicación de
la ilología clásica more wilamowitzano a los estudios paleohispánicos.
Hay que hacer constar que Tovar se dedicó a todos los ámbitos de
la nueva disciplina, ayudando con su investigación a su coniguración
actual. Señalaremos a continuación estos ámbitos, describiendo brevemente su desarrollo posterior.
En primer lugar se ocupó de las escrituras, porque el descubrimiento
de Gómez Moreno afectaba solo a la escritura ibérica levantina, pero
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quedaban puntos oscuros en la escritura meridional y especialmente
en la del so. No tuvo éxito en este terreno, como ni siquiera lo había
tenido Gómez Moreno, y hubo que esperar al trabajo de U. Schmoll
(1961) que fue el primero en encauzar correctamente la cuestión. Aún
hoy día es un aspecto abierto, después de avances signiicativos conseguidos por investigadores españoles como J. A. Correa (1987; 2004) y J.
de Hoz (1976; 1995). Incluso la escritura levantina tenía algunos puntos
problemáticos, como el empleo de los signos nasales en celtibérico,
que fueron solucionados en este periodo clásico. Todo lo anterior es
una manifestación del interés primordial que la paleohispanística
tiene por las escrituras, muy superior a la que tienen los ilólogos
clásicos en su trabajo habitual, por razones obvias. Así, en el terreno
celtibérico, mucho más accesible a nuestro conocimiento que el ibérico
gracias a su pertenencia a la rama céltica de la familia indoeuropea,
el empleo de los dos signos para sibilantes no era bien comprendido
hasta que F. Villar (1993) propuso de modo concluyente que no existía
variabilidad aleatoria o libre, sino que el empleo de uno u otro signo
se debía a razones fonológicas estrictas. De ello se derivaron luego
importantes caminos para la investigación de otros aspectos de la
gramática celtibérica (Villar 1997).
El avance en la comprensión de las escrituras ha continuado hasta
los momentos presentes, y solo hay que citar como ejemplo de ello
las investigaciones sobre el llamado «sistema dual del ibérico septentrional», por medio del cual se marca en la escritura la diferencia de
sonoridad de las consonantes oclusivas, que queda sin ser expresada
en el sistema estándar (véase, últimamente Ferrer i Jané 2005).
La lectura idedigna de muchos textos indígenas, que posibilitó el desciframiento, trajo como consecuencia el inicio del estudio
cientíico de las lenguas empleadas en la redacción de los textos.
Tovar fue de los primeros en darse cuenta, junto con el malogrado
G. Bähr (1948), de que bajo el manto de una misma escritura había,
al menos, dos lenguas totalmente diferentes: la ibérica en la costa
levantina, Cataluña y región narbonense y la celtibérica en el valle
del Ebro medio y la Meseta, clasiicando esta última como perteneciente al celta. Comenzó así un renovado periodo de recolección,
estudio e interpretación de las inscripciones paleohispánicas, divididas ahora en áreas epigráicas y lingüísticas diferenciadas: la ibérica, la celtibérica y la del so. Esta división lingüística de Hispania,
sugerida ya por Humboldt, se convertirá en la imagen clásica de la
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disciplina, señalada por el propio Tovar y defendida reiteradamente
por Untermann.
La particularidad de cada una de las lenguas hizo que la investigación avanzara enormemente en el terreno celtibérico, que contaba
para ello con la inestimable ayuda de la lingüística céltica e indoeuropea, al tiempo que quedaba sin comprobación la supuesta relación
genética entre vasco e ibérico. Pero a pesar de las diferencias entre
ambos ámbitos lingüísticos, el acercamiento a los textos era similar.
Al tratarse de lenguas no (totalmente) comprendidas, era de vital importancia poseer un conocimiento externo o global de la inscripción,
atendiendo a aspectos como la naturaleza del soporte, la tipología
del epígrafe, la función del texto, la estructura dispositiva, etc., en
deinitiva, aspectos que en buena medida tenían un modelo en las
epigraías clásicas, que seguían siendo de esta manera de gran valor
hermenéutico. Pondremos algunos ejemplos concretos más adelante.
Junto a la edición e interpretación de textos, llevadas a cabo por
muchos investigadores después de Tovar, entre los cuales descuella J.
Untermann, a quien debemos actualmente la edición más autorizada
de todas las inscripciones paleohispánicas (MLH), la onomástica indígena ha sido otro ámbito de investigación muy fructífero. Y ello solo
ha sido posible gracias a la edición crítica y cuidadosa de los muchos
epígrafes latinos con nombres propios procedentes de amplias zonas
hispanas. Trabajos iniciados por los discípulos de Tovar en Salamanca,
como Albertos (1966, 1975), y pasando por los de Untermann (1965),
han tenido continuación hasta el presente13. Igualmente merecen
mención especial los estudios dedicados al léxico ibérico, iniciados
por Tovar, y que maniiestan en su desarrollo posterior la línea ininterrumpida de la transmisión generacional: Siles (1985), Velaza (1991),
Moncunill (2010).
3. Relaciones metodológicas de necesaria
conexión entre ambas disciplinas
Hemos visto hasta aquí que existe una historia en la que la Paleohispanística ha ido siempre unida a la Filología Clásica, aunque en los
13 En estos momentos se puede consultar en el Banco de Datos «Hesperia» sobre Lenguas
y Epigraías Paleohispánicas toda la onomástica indígena paleohispánica, gracias a la recopilación hecha por José M.ª Vallejo (http://hesperia.ucm.es/hesperia/onomastica/corpus.
php?id2=1).
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últimos tiempos, en los márgenes del núcleo unitario, la complejidad
de la especialización y el cada día más complicado entrelazamiento
de las disciplinas, esté haciendo aparecer algunas digamos subespecialidades paleohispánicas en que, sobre todo la lingüística general
y la lingüística céltica, pueden pesar más que los aspectos más tradicionales. Pero es de la tradición de lo que nos corresponde ocuparnos
aquí, porque no se trata w de tradición sino de una relación necesaria
entre Paleohispanística y Filología Clásica que vamos a ilustrar con
algunos ejemplos concretos.
3.1. La epigraía focea
Empezamos por un caso excepcional, en el que no es la Filología Clásica
la que resulta imprescindible para la Paleohispanística, sino esta para
aquella. Todos sabemos el inmenso papel que le corresponde a Focea en
la helenización del Mediterráneo, pero Focea sigue siendo un misterio
en lo esencial. Algo se ha excavado, podemos ver restos de las murallas
mencionadas, casi cantadas diríamos, por Heródoto, podemos sentir
una particular emoción contemplando su bahía, pero de Focea, aparte
de sus aventuras transmarinas, no sabemos casi nada. ¿Cómo era la
escultura focea, cómo escribieron los foceos? La primera pregunta
intentó responderla en su día Langlotz, un gran especialista en arte
griego, a través de la tradición común que se vislumbra en las zonas de
colonización focea. De la segunda, la paleohispanística ha tenido que
ocuparse inevitablemente al enfrentarse a la escritura greco-ibérica.
Si consultamos el libro clásico de Miss Jefery (1990) sobre la epigraía
griega arcaica encontraremos que para conocer la variante del alfabeto
jonio utilizado en Focea hay que acudir a las pocas inscripciones de las
colonias, porque de Focea solo tenemos una leyenda monetal y un graito
hallado en Naucratis (341); el suplemento de Johnston no añade nada. En
realidad la leyenda monetal no parece que exista y toda la información
sobre el alfabeto de Focea procede de lejos de la ciudad, pero entre esa
información tiene un lugar muy destacado la escritura greco-ibérica14.
La escritura greco-ibérica es simplemente el alfabeto jonio utilizado,
en la región de Alicante y sus cercanías, para escribir ibérico con la
mínima adición de un diacrítico, para distinguir entre dos tipos de
14 Corpus de inscripciones greco-ibéricas en MLH iii.2; referencias posteriores en de Hoz
2011. Sobre la escritura, de Hoz 1987 y 2010b.
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vibrante, y con la ausencia de algunas letras que no correspondían
a sonidos de esta lengua (Fig. 2, cols. 1–3, ig. 3). La conocemos por
un número no escaso de graitos y por algunas láminas de plomo.
Aunque la mayor parte de las inscripciones se pueden fechar en el
s. iv a.C., podemos decir que la adaptación se produjo en el v, y con
ello entramos en la cuestión de lo que la Paleohispanística nos puede
enseñar a los ilólogos clásicos.
Es evidente que los íberos aprendieron el alfabeto jonio de los
focenses que comerciaban en sus costas. Su alfabeto es por lo tanto
el alfabeto foceo, pero más abundantemente representado no solo
que el de la propia Focea, sino incluso que el de sus colonias en esas
fechas. Obviamente no se puede comparar el alfabeto greco-ibérico
con el no atestiguado de Focea, pero tomando en consideración los
escasos datos de las colonias y la bien conocida epigraía arcaica de
Samos (Fig. 3, cols. 3–6) podemos precisar con bastante certeza que la
escritura greco-ibérica nació a mediados del s. v a.C.; esas relaciones
entre Samos y el mundo ibérico solo se pueden explicar indirectamente, aceptando que el alfabeto samio y el foceo, más allá de su común
carácter jonio, estaban paleográicamente muy próximos entre sí, lo
cual encaja con algunos otros de los escasos datos que tenemos sobre
la cultura de Focea (J. de Hoz 1989).
Pero la información que nos proporciona la Paleohispanística va
más allá. Hace años, cuando una serie de inscripciones griegas de
Hispania y del sur de Francia que conocemos hoy día, aún no habían
aparecido, teníamos indicios a partir del alfabeto para pensar que la
epigraía ibérica relejaba también usos especíicos de la escritura
jonia, en concreto los documentos mercantiles y la correspondencia
en plomo, que por entonces conocíamos solo en el Mar Negro, en Atenas y en Sicilia. Desde entonces han aparecido en lo que podríamos
llamar el Occidente foceo, es decir Cataluña y la Provenza, los plomos
de Vieil-Agde, Lattes, el inédito de Ruscino, la carta de Marsella, las
cartas de Ampurias, y el documento mercantil griego, pero en el que
los testigos son íberos, de Pech Maho (D. Jordan 2007; J.-C. Decourt
2014). (Fig 4).
Es este un caso de trascendencia quizá menor y muy localizado, pero
que nos lleva a mencionar algo de extraordinaria importancia que a
menudo no se tiene en suiciente consideración desde una óptica greco-romana. Las culturas periféricas, la zona de contacto de los colonos
griegos y los indígenas con que conviven, las provincias del Imperio,
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Figura 4 ■ Inscripción griega jonia del plomo de Pech Maho.
ya en parte romanas pero con su propia personalidad e identidad, no
pueden ser separadas de la cultura clásica, existe un entramado de
relaciones profundas en el que se producen movimientos en todas
direcciones y aunque, contra ciertas modas actuales que pretenden
descaliicar el uso de términos como helenización y romanización,
es indudable que las líneas fundamentales de inluencia a partir del
s. vii se movieron desde Grecia y luego Roma hacia la periferia, esa
periferia fue extraordinariamente creativa a la hora de adaptar lo que
recibía y de conigurar imágenes que dejan ver inconfundibles ecos
clásicos pero que a la vez son inconfundiblemente propias.
Pero no es este el momento de entrar en cuestiones tan trascendentales. Estábamos mencionando un caso excéntrico en que la Paleohispanística ha podido ayudar un poco a la Filología Clásica, pero
debemos volver a la ruta principal, cualquiera de los temas en que se
comprueba que la Paleohispanística no puede avanzar sino sobre la
base de una sólida Filología Clásica.
3.2. Los modelos clásicos de la Paleohispanística
Expondremos a continuación unos pocos casos que sirvan para ilustrar cómo esta recepción de los modelos clásicos y su adaptación a las
necesidades propias han guiado de modo fructífero la interpretación
de los textos paleohispánicos.
Los epígrafes funerarios son, sin duda, uno de los tipos más frecuentemente atestiguados en la epigraía griega y latina y en otras epigraías
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Figura 5 ■ Lápida ibérica de Ampurias.
occidentales como la etrusca o la gala. Su número es, sin embargo,
discreto entre las inscripciones paleohispánicas, si dejamos de lado las
estelas del so. Y todo hace sospechar que su cronología no es elevada,
sino que se generalizan en los dos últimos siglos antes de la era. En
un yacimiento tan rico como Ensérune, de cuyo cementerio proceden
innumerable urnas funerarias, no se ha documentado ningún epitaio.
Ello demuestra que el rito funerario del momento (ss. iv y iii a.C.)
consistía en la celebración de un banquete funerario y el enterramiento
de las cenizas del difunto acompañadas de enseres personales, como
vajilla ática de importación, sin inscripción de lápida conmemorativa.
En la Ampurias romana documentamos, sin embargo, un fragmento
de lápida funeraria (MLH, C.1.1; ig. 5), cuyo modelo epigráico latino
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salta a la vista en la cuidada ordinatio del texto y el uso de interpunciones; afortunadamente la mención de un Cornelius conirma la
latinidad del ambiente.
De los epitaios ibéricos conservados, algunos tan solo han inscrito el nombre del difunto. Existen otros en los que el nombre viene
acompañado de un suijo ibérico, idéntico al que se documenta en
graitos considerados de propiedad, muchos de los cuales hallamos en
la necrópolis de Ensérune. Las lápidas de Benassal o de Canet lo Roig
(F.2.2) muestran el elemento -ḿi, unido al nombre (sakarbeta/n.ḿi y
taŕbanikoŕ/ḿi), mientras que la de Badalona (C.8.10) lo une al suijo
-ar- (ḿbebiuŕ-arḿi): ambos modos se atestiguan en graitos de Ensérune: itutílté-ḿi (B.1.09) y alosoŕtin-arḿi (B.1.254).
Ya en el corpus de Hübner aparecía claro que las ciudades prontamente romanizadas de Tarragona y Sagunto concentraban el mayor
número de lápidas funerarias. Alguna (C.18.6) ofrecía además la
fórmula funeraria latina Heic est sit[us], conirmando la función del
epígrafe. Como en muchas de ellas el texto comenzaba con la secuencia
are take con algunas variantes, Hübner sugirió que se trataba de la
fórmula funeraria ibérica que traducía la conocida latina.
Si nos ijamos ahora en el soporte material en que están redactados
los grandes textos de ambos dominios lingüísticos, el ibérico y el celtibérico, pronto llamó la atención, tal como señalaron Michelena & de
Hoz (1974: 94ss.) tras la aparición del primer bronce de Botorrita, la
vinculación casi perfecta del plomo con la epigraía ibérica y del bronce
con la celtibérica. Un reparto tan claro no puede ser azaroso y debe
tener su razón de ser en los modelos que tuvieron ambas epigraías
en el momento de su constitución. Parece fuera de toda duda que el
modelo celtibérico está en el uso habitual del bronce en toda clase de
epigraía pública romana (edictos senatoriales y consulares, leyes y
disposiciones de comunidades o templos), mientras que el ibérico
tiene como modelo el ámbito privado y económico de las apoikiai y
factorías comerciales griegas de entre los siglos v y iii a.C., porque el
bronce también era conocido por las poleis griegas para usos públicos.
El modelo no solo inluye en la elección del soporte, sino que se
aprecia también en otros aspectos internos, como en la disposición del
texto y, probablemente, en la elección de formulario, aunque nuestro
precario conocimiento del ibérico solo nos permita percibir hechos
básicos como el nombre de destinatario o remitente de carta o contrato
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y fórmulas de salutación. En cambio en un texto como el de Botorrita i
se aprecia una disposición textual que recuerda mucho a otras latinas
republicanas que regulan el uso de espacios sagrados o comunales:
tenemos un encabezamiento donde se expresa la prohibición, seguido
de un cuerpo que regula casos concretos de actuación con pagos en
cada caso (que se expresan con una secuencia de relativo general +
subjuntivo, seguido de imperativo en tercera persona), para terminar
con la mención de la autoridad sancionadora.
Es evidente también que los pocos mosaicos con inscripción indígena que se han hallado hasta ahora tienen como modelo los frecuentes
mosaicos romanos de carácter doméstico, que habitualmente llevaban
una inscripción de artesano. El mosaico ibérico de La Alcudia de Elche
(G.12.4), llamativo por ser uno de los escasísimos textos ibéricos en
alfabeto latino, está tan dañado que solo es posible identiicar elementos onomásticos personales. Pero los descubiertos en La Caridad de
Caminreal (K.5.3) y en Mendigorría (K.28.1), aparte de hacer mención
del nombre del artesano (o artesanos) nos indican su procedencia, así
como un término técnico referido a algún aspecto de la producción u
oicina (ekiar – ekien).
Las téseras de hospitalidad celtibéricas, que representan el tercio de
todos los epígrafes celtibéricos conocidos, se enraízan en una práctica
social muy extendida, y al decir de Poseidonio, altamente considerada
por la sociedad celtibérica, aunque su expresión epigráica en forma
de tésera tiene como modelo las téseras romanas e itálicas, que conocieron en su contacto con la potencia colonizadora. El hábito arraigó
tan intensamente en la zona céltica de Hispania que el número de
téseras conservadas, incluso las escritas en latín, supera en mucho a
las halladas en la propia Italia.
Se trata de pequeñas piezas en plata o bronce, con forma de mano,
como la tésera de la colección Fröhner (K.0.2) (Fig. 6), o forma de animal (paloma, ciervo, cabeza de caballo, cerdo, etc.), incluso en formas
geométricas, portadoras de un breve texto.
La tésera Fröhner ocupa un puesto memorable, por su importancia
para el avance en la comprensión de la lengua. Lejeune (1955: 65–9)
pensó que acogía la expresión de los dos individuos participantes en
el pacto de hospitalidad: lubos alizokum, por un lado, y aualo kontebiaz
belaiskaz, es decir «de Contrebia Belaisca», por otro, como en la tésera
de Trasacco en el Samnio (T. Manlius T.f. hospes T. Staodivus N. f; CIL i²
1764 cf. i² p. 1034) (Fig. 7). Pero la diferencia en el modo de expresión
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Figura 6 ■ Tésera Fröhner.
de cada uno de los supuestos participantes (el primero con mención de
cognatio y el segundo con mención de origo), así como la falta de coincidencia de la supuesta conjunción copulativa ke con la forma documentada en Luzaga, kue, dejaban un claro sentimiento de insatisfacción.
El problema fue resuelto elegantemente por Untermann (1967)
basándose en la información abundante y idedigna que proporcionaban las denominaciones personales trasmitidas por las inscripciones funerarias y dedicaciones votivas en lengua latina. Observó
que en ellas los celtíberos eran mencionados de varias formas, pero
que había un esquema o fórmula onomástica que parecía ser la más
habitual o extendida; aquella que consistía en NP + cognatio en Gen.
pl. + Filiación en Gen. sg. + f., completada a veces con la mención de
origo. Si aplicaba ese mismo esquema al texto de la tésera Fröhner,
todo se aclaraba, surgiendo con nitidez la mención oicial y completa
de un único individuo: Lubbos Alisoqum Avali i(lius) Contrebia Belaisca.
Y al mismo tiempo que daba con la comprensión correcta del epígrafe,
no solo identiicaba el correlato celtibérico del latino ilius en la abreviatura ke (que poco después sería relacionada con el vocablo gente de
las páteras de Tiermes y kentis del iii Bronce de Botorrita), sino que
descubría que la desinencia de gen. sing. de una palabra temática en
celtibérico terminaba en -o y no en -ī, como atestigua el galo y piden
el irlandés y el galés, sumando así un nuevo elemento al característico
polimorismo de esta desinencia en las lenguas indoeuropeas.
La llamada tésera de Arekorata (K.0.11) es otro buen ejemplo del
beneicio que se obtiene de la estrecha relación entre textos latinos y
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Figura 7 ■ Tésera de Trasacco.
celtibéricos. Se trata de un epígrafe sensiblemente más complejo que
el anterior, porque a una secuencia inicial, que podemos considerar
como título, le sigue la expresión de los nombres de dos individuos.
La secuencia inicial, arekoratika kar, documenta un elemento que se
repite en el inicio de otras muchas téseras, unido por lo general a
una formación adjetival sobre nombre de lugar; los paralelos de las
téseras latinas de Hispania con inicios como tessera hospialis cum, tessera Cauriensis legitiman la interpretación de esta parte como tessera
arecoraticensis. Y la mención incidental de magistrados, como en la
citada tésera de Coria, apoya la interpretación del ueizos celtibérico
como nombre de testigo o autoridad sancionadora del pacto por parte
de la ciudad, compatible con una formación sobre la raíz *weid- «ver»
y cognado del irl. ant. íado «testigo» (Gorrochategui 1990: 296–9).
Todos estos casos mencionados aquí sucintamente no hacen sino
ilustrar la estrecha relación cultural existente entre la población indígena hispana y las sociedades letradas de los colonizadores griegos y
romanos. Hasta tal punto se entremezclan los dos mundos, que paradójicamente solamente podemos llegar a penetrar en el desconocido y
perdido mundo prerromano a través de las estructuras que supusieron a la postre su destrucción. De ahí que la Paleohispanística, como
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paleohispanística y filología clásica
disciplina cientíica y académica, no pueda abordar adecuadamente
su objetivo sin aplicar constantemente los logros, conocimientos y
métodos de la Filología Clásica.
4. Epílogo
Para terminar no podemos dejar de dar las gracias a la seec, a la que
pertenecemos desde nuestros tiempos de estudiantes, por abrir sus
congresos a la Paleohispanística, y estamos seguros de hacerlo en
nombre de todos nuestros colegas, que son en su mayoría, a la vez,
ilólogos clásicos. No sabríamos dar una fecha para el nacimiento de
la Paleohispanística como disciplina autónoma, desde luego tenemos
una fecha post quem en 1925 cuando D. Manuel Gómez Moreno descifra
la escritura ibérica, pero es curiosamente a partir del triunfo del golpe
militar cuando se suceden los avances que se consagran cientíicamente
con la publicación del corpus epigráico de Untermann entre 1975 y
1997 y la recepción del celtibérico en los estudios célticos a partir del
libro de Lejeune de 1955, e institucionalmente con la organización de
los coloquios sobre lenguas y culturas paleohispánicas desde 1974, la
creación de la revista Palaeohispanica en 2001 y la apertura al público
del banco de datos paleohispánicos Hesperia en 2014, tras varios años de
preparación. Hoy, gracias a la seec, se refuerza esa institucionalización
de la Paleohispanística y podemos celebrar el hecho con agradecimiento y con una alegría que solo empaña una ausencia. Hace un par
de años sin duda no hubiéramos sido nosotros quienes hubiésemos
inaugurado esta sesión; debiera haber sido J. Untermann, la igura
más importante de la Paleohispanística después de D. Manuel Gómez
Moreno, y a la vez autor de un comentario lingüístico a Homero, de
trabajos numerosos sobre la lengua latina, y de una obra de referencia
sobre el osco-umbro. Él ha personiicado con un extraordinario nivel
cientíico ese ir y venir entre Paleohispanística y Filología Clásica que
practicamos la mayor parte de quienes nos dedicamos a los estudios
paleohispánicos y que justiica la presencia de la disciplina hoy aquí.
Muchas gracias por recibirla.
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Índice ■ Índex
Volumen i
7
9
10
11
11
12
12
13
14
35
37
39
41
43
47
53
55
83
89
95
97
109
119
XIV Congreso de Estudios Clásicos ■
XIV Congrés d’Estudis Clàssics
Comité de Honor ■ Comitè d’honor
Organismos Patrocinadores ■ Organismes Patrocinadors
Entidades Colaboradoras ■ Entitats Col·laboradores
Comité Organizador ■ Comitè Organitzador
Entidades Representadas ■ Entitats Representades
Comité Cientíico ■ Comitè Cientíic
Actos sociales ■ Actes socials
Relación de Congresistas ■ Relació de Congressistes
Sesión Inaugural ■ Sessió Inaugural
Pere Joan Quetglas Nicolau ■ Discurso inaugural
Claudi Alsina i Català ■ Discurs de benvinguda
Adolfo Sotelo Vázquez ■ Discurso de bienvenida
Jaime Siles Ruiz ■ Discurso Inaugural del xiv Congreso de
Estudios Clásicos
Esperança Borrell Vidal ■ Discurs de benvinguda
Sesión de Clausura ■ Sessió de Clausura
Emma Falque ■ Ermoldus Nigellus y el asedio y toma de Barcelona por los francos en el año 801
M.ª Ángeles Almela ■ Informe de gestión
Jaime Siles Ruiz ■ Discurso de Clausura del xiv Congreso
Español de Estudios Clásicos
Sesiones especiales ■ Sessions especials
José Luis Navarro ■ Euroclassica 25 años después luctuat nec
mergitur: luces y sombras de un proyecto europeo para las
Humanidades Clásicas
Francisco Rodríguez Adrados ■ La morfología indoeuropea:
creación, culminación, declive · Anticipo de un próximo libro
Javier de Hoz ■ Paleohispanística y Filología Clásica
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índice · índex
151
Mesas Redondas ■ Taules Rodones
153
153
els clàssics a les lletres catalanes
Lola Badia, Josep Pujol, Josep Solervicens, Raül Garrigasait
Colomés & Josep Murgadas ■ Els Clàssics a les lletres catalanes: textos de la taula rodona celebrada el 16 de juliol de 2015
191
193
199
203
mitología y religión en grecia
Emilio Suárez de la Torre ■ Introducción a la Mesa Redonda
Carlos García Gual ■ Interpretaciones de la mitología
Jordi Pàmias Massana ■ Los primeros mitógrafos y la religión
griega
Alberto Bernabé Pajares ■ Mito y creencias religiosas: la
religión de la ciudad y los óricos
Miriam Valdés Guía ■ Entre Atenea y Hefesto: de las Calqueas
a las Panateneas
215
223
237
239
247
257
265
267
nuevas vías en la didáctica de las lenguas clásicas
Pilar Gómez Cardó ■ Nuevas vías, viejos problemas: algunas
observaciones en torno a la didáctica del griego y del latín
M.ª Teresa Amado Rodríguez ■ Nuevos tiempos, nuevos
problemas
Alberto Pardal Padín ■ Nuevas vías en la didáctica de las
clásicas: rentabilidad y cambio de perspectivas
279
museística y mundo clásico
Paloma Cabrera Bonet ■ El nuevo montaje de la sala de Grecia
en el Museo Arqueológico Nacional
Daniel Cazes ■ Toulouse del Languedoc, sus monumentos,
sus museos y la museística del mundo clásico
Luis Grau Lobo ■ El Museo (de León), territorio de cambios
287
Lingüística griega ■ Lingüística grega
287
289
ponencia ■ ponència
Francisco Aura Jorro ■ Relexiones sobre el léxico micénico
273
Conuentus Classicorum vol. i · Madrid 2017 · 909–920
volumen i
321
323
332
339
347
355
365
373
381
389
397
407
comunicaciones ■ comunicacions
Emilio Crespo Güemes ■ Clases semánticas de adverbios de
foco en griego clásico
Roser D. Gómez Guiu ■ Las mujeres en la sociedad micénica:
el testimonio de PY An 607
Enrique Nieto Izquierdo ■ Formas de expresión de la modalidad directiva en los dialectos griegos de la Argólide
Alberto Pardal Padín ■ La lengua real ¿a escena? Sobre algunas
crasis en el drama clásico
Juan Piquero Rodríguez ■ Estudios sobre el léxico micénico:
notas sobre la naturaleza y funciones del ra-wa-ke-ta
Rosa-Araceli Santiago Álvarez ■ Comensalidad e identidad
colectiva en Grecia: el testimonio del léxico
M.ª Victoria Vaello Rodríguez ■ Léxico griego basado en la
correspondencia entre edad y dentición del ganado
Carlos Varias García ■ De synonymia Mycenaea: términos
griegos equivalentes de distintos reinos micénicos
Rodrigo Verano Liaño ■ La imitación platónica de la lengua
hablada: algunos rasgos de la oralidad en La República
Jesús de la Villa ■ Alternancias verbales en griego antiguo:
transitiva / intransitiva
Nicola Antonello Vittiglio ■ La presenza del logogramma *129
o del sillabogramma *65 nelle tavolette delle serie Fq e Gp di
Tebe
415
Lingüística latina ■ Lingüística llatina
415
417
ponencia ■ ponència
Concepción Cabrillana ■ Léxico, semántica y cognición en
el orden de constituyentes latino
457
459
comunicaciones ■ comunicacions
Juan Carlos Berdasco Valle ■ El marco predicativo de los
verbos moneo y admoneo: análisis funcional
Marina Díaz Marcos ■ Estructuras predicativas en verbos de
expresión en latín: clamo
Eusebia Tarriño Ruiz ■ Los verbos de movimiento en la Peregrinatio Egeriae
467
477
Conuentus Classicorum vol. i · Madrid 2017 · 909–920
911
912
índice · índex
485
M.ª Esperanza Torrego ■ La estructura de complementación
de los verbos de conocimiento en latín: cognosco / nosco y scio
495
Literatura griega ■ Literatura grega
495
497
ponencia ■ ponència
José M.ª Lucas ■ La literatura griega fragmentaria: un acercamiento metodológico
533
535
sesión plenaria ■ sessió plenària
Lourdes Rojas-Álvarez ■ Erotismo en la novela griega
547
549
comunicaciones ■ comunicacions
Tomás Bartoletti ■ La autopoiesis mántica en Aves de Aristófanes: uso y abuso de la adivinación como medio de legitimación
política
Javier Bilbao Ruiz ■ Φαντασία en los escolios de Aristófanes:
la espada de Filocleón (Schol. Avispas 714a)
Ana Isabel Blasco Torres ■ La concepción ontológica egipcia
del más allá en el De Iside et Osiride de Plutarco
Josep A. Clúa Serena ■ El αἴτιον de las lócrides en Plutarco, Ser.
Num. 12.5.7 y su adscripción a Euforión (fr. 85 Acosta-Hughes
& Cusset)
Elena Duce Pastor ■ Amor y sexualidad en Dafnis y Cloe de
Longo: el amor griego en un mundo romano
M.ª Carmen Encinas Reguero ■ Coéforas de Esquilo en la Electra
de Eurípides: una polémica relación de intertextualidad
Rodolfo González Equihua ■ Arte y naturaleza en las Etiópicas
de Heliodoro
Mireia Movellán Luis ■ Cuestiones genealógicas en la Ephemeris belli Troiani
Amelia Pereiro Pardo ■ La rima en los Fenómenos de Arato
Luis Miguel Pino Campos ■ Consideraciones en torno al
tratado galénico De causis pulsuum
Marcela Ristorto & Silvia Reyes ■ Himnos y misterios en
Helena de Eurípides
Miguel Ángel Rodríguez Horrillo ■ Las relexiones metodológicas en la historiograía imperial: Casio Dión 53.19
557
565
571
579
587
595
603
613
621
631
639
Conuentus Classicorum vol. i · Madrid 2017 · 909–920
volumen i
647
655
Marco Antonio Santamaría Álvarez ■ Cómo ir al Hades y
no morir en el intento: ambigüedad y humor en relatos de
catábasis
Georgia Xanthaki-Karamanou ■ he Onomasti Kōmōdein
(Personal Mockery) in Middle Comedy: the Case of Timocles’
Orestautocleides
663
Helenismo e Imperio ■ Hel·lenisme i Imperi
663
665
ponencia ■ ponència
Francesca Mestre ■ Visiones y usos del mito en la literatura
griega de época imperial
689
Papirología ■ Papirologia
689
691
comunicaciones ■ comunicacions
Ana Isabel Jiménez San Cristóbal ■ El P. Vindob 19996a II col.
2: problemas de lectura
699
Literatura latina ■ Literatura llatina
699
701
ponencia ■ ponència
Javier Velaza Frías ■ ¿El enigma imposible? Veinte años de
estudios sobre la Historia Augusta
731
733
sesión plenaria ■ sessió plenària
Carlos Lévy ■ El concepto de persona en la obra de Séneca
751
753
comunicaciones y póster ■ comunicacions i pòster
Guillermo Aprile ■ Formas y funciones de la descripción de
la India en Q. Curcio Rufo
José Antonio Beltrán Cebollada ■ Marcial y Augusto
Alba Blázquez Noya ■ Medea en Heroidas 12: una heroína
elegíaca
Josefa Cantó Llorca ■ Otras mujeres de la Eneida
761
769
777
Conuentus Classicorum vol. i · Madrid 2017 · 909–920
913
914
índice · índex
785
793
803
811
819
827
835
843
851
857
867
875
883
891
899
907
Rosario Cortés Tovar ■ La construcción de la tradición del
epigrama latino en Marcial
Fátima Díez Platas & Patricia Meilán Jácome ■ La Biblioteca
Digital Ovidiana: una plataforma digital para la obra ilustrada
de Ovidio
José Carlos Fernández Corte ■ Dos paréntesis en la Eneida
(6.406, 12.206)
Beatriz de la Fuente Marina ■ La epístola de icción como
universo complejo: análisis narratológico de la Heroida 14 de
Ovidio (Hipermestra a Linceo)
Eduardo A. Gallego Cebollada ■ Deiphobe Glauci: Sibila cumana
y Eneida virgiliana
Víctor González Galera ■ Histrionicus miles: mimos en las
cohortes vigilum y en el ejército romano
Gregorio Hinojo Andrés ■ La narratio de Suetonio
Melina A. Jurado ■ M. Cornelio Frontón, magister et interpres
imperatorum
Matías López López ■ Curtillus en Horacio y Massa en Petronio
Jaume Medina Casanovas ■ La Fabula de leone et culice: un
document estudiantil retrobat en una llibreria de vell
Isabel Moreno Ferrero ■ Dramatización escénica en la Historia
Augusta
Federico Pedreira Nores ■ Para una poética de los libros
taciteos: unas calas en los últimos Annales
Liliana Ramos Cruz ■ El viaje de Eneas o el viaje de Virgilio:
la génesis del proceso creativo
J. Alberto Rodríguez Sobrino ■ Apariciones espectrales en Tácito y Amiano Marcelino: descriptio / ἔκφρασις y actio / ὑπóκρισις
Carlos Sánchez Pérez ■ Una parodia de diálogo hermético en
la comedia Querolus
Índice ■ Índex
Conuentus Classicorum vol. i · Madrid 2017 · 909–920
volumen ii
Volumen II
7
7
9
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33
41
Didáctica ■ Didáctica
comunicaciones y póster ■ comunicacions i pòster
M.ª Pilar Berberana Huerta ■ Recorrido mitológico en guagua
M.ª Inmaculada Cabello Sánchez & Jorge García Hernández
■ El uso eicaz del diccionario en el aprendizaje del latín
Francisco Cortés Gabaudan ■ Dicciogriego, una herramienta
en red para la enseñanza del griego
Rita D. Suárez Jiménez & Jorge Fco. Felipe Domínguez ■ Pervivencia del mundo grecolatino en el entorno de la ciudad de
Telde, la primera capital de Gran Canaria: una situación de
aprendizaje (sa) interactiva
53
Filosoía ■ Filosofia
53
55
ponencia ■ ponència
Montserrat Jufresa ■ Parrhesía: de derecho político a virtud
privada
77
79
comunicaciones ■ comunicacions
Francesc Casadesús Bordoy ■ ¿Es el carácter del hombre su
destino? Heráclito DK B 119
Raúl Genovés Company ■ Crítica de Nietzsche a la erudición,
a partir de los fragmentos DK 22 B 40, B 129, y B 81
Sergi Grau Guijarro ■ La arrogancia de los ilósofos griegos
antiguos entre biograía y comedia
87
95
103
Mitología y Religión ■ Mitologia i Religió
103
105
113
comunicaciones ■ comunicacions
Macarena Calderón Sánchez ■ Θεοῦ Ταύρου
M. Teresa Fau Ramos ■ Les blasfèmies dels cristians: referències a les divinitats paganes en les Actes dels Màrtirs
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índice · índex
121
Rubén J. García Muriel & M.ª Teresa Magadán Olives ■ Peleo
y Egina: testimonios literarios y arqueológicos
129
Historia, Arte y Arqueología ■ Història, Art i arqueologia
129
131
ponencia ■ ponència
Pedro Rodríguez Oliva ■ Nombres y retratos de domini en las
uillae de Hispania
181
183
comunicaciones y póster ■ comunicacions i pòster
Hétor Arroyo-Quirce ■ ¿Qué hay en un nombre? Antroponimia e identidad en Pisidia
Aitor Blanco Pérez ■ Tiatira, Caracalla y la reciprocidad
epigráica de Asia Menor en el siglo iii d.C.
Manel Feijoó Morote ■ Gothia et Romania: asimilación y diferenciación de los patrones clásicos en la construcción de
la identidad del reino visigodo
Núria Garcia i Casacuberta ■ Características del αἰγιαλός
según los autores médicos
Julia Janika ■ he struggle for the Delphic tripod: a historical
approach to an iconographic motif
Patricia Meilán Jácome ■ Miniatura y grabado en un Ovidio
tardomedieval: la Bible des Poëtes de Antoine Vérard
Antonio Ignacio Molina Marín ■ El poder de los nombres en
la antigua Macedonia: el rey argéada como nominador
Marta Oller Guzmán ■ La sal de la hospitalidad
José Pascual González ■ Acarnania en la segunda mitad del
siglo iii a.C.: continuidad y evolución institucional de un
estado federal griego
Tamara Peñalver Carrascosa ■ Aproximación a los programas
decorativos de las viviendas romanas del área valenciana: el
relejo de la ideología del dominus
Anna Vicente Sánhez ■ La compra-venda de territori entre
Focea i Quíos: un cas paradigmàtic?
191
199
207
215
225
239
247
255
263
271
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279
Derecho ■ Dret
279
281
ponencia ■ ponència
Francisco J. Andrés Santos ■ Un siglo de crítica textual sobre
las fuentes jurídicas romanas
333
335
comunicaciones ■ comunicacions
Consuelo Carrasco García ■ Derecho y poesía: tramas jurídicas
en los poemas de Horacio (epist. 2.2 y sat. 1.3)
Gregorio Carrasco Serrano ■ Aspectos sobre la corrupción
en Amiano Marcelino
Encarnació Ricart Martí ■ Gayo Institutiones 4.72 y 74: una
pequeña laguna en el palimpsesto de Verona de gran importancia para la igura del enriquecimiento injustiicado
Ana M. Rodríguez González ■ Retórica y Derecho en las Declamaciones Menores quintilianeas: decl. min. 308 y revocación
del testamento
343
351
359
367
Latín Medieval ■ Llatí Medieval
367
369
ponencia ■ ponència
José Martínez Gázquez ■ In armariis Arabum studiose querens:
la búsqueda del saber en la Edad Media
397
399
comunicaciones ■ comunicacions
Irene Etayo Martín ■ Autores y temas del Ms. 2629 de la
Biblioteca Universitaria de Salamanca
Irene García-Ohoa Rojas ■ Algunas particularidades en
torno al latín de Wincent Kadłubek
Sebatià Giralt Soler ■ Un recurs online per a la recerca i la
divulgació sobre un autor medieval: Arnau db · Corpus digital
d’Arnau de Vilanova
Montserrat Jiménez San Critóbal ■ Las Auctoritates a Libellus
de moribus hominum et de officiis nobilium super ludo scaccorum
de Jacobus de Cessolis en el ms. 108 de la Biblioteca Pública
del Estado de Tarragona
407
415
423
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917
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índice · índex
431
439
Carlos Prieto Espinosa ■ Términos del léxico de los oicios con
una sola aparición en la documentación latina de la Cataluña
altomedieval
Marta Punsola Munárriz ■ Léxico especializado en la Barcelona de principios del siglo xi: un pergamino del Archivo
Capitular
447
Bizantinística ■ Bizantinística
447
449
ponencia ■ ponència
Pedro Bádenas de la Peña ■ ¿«Helenos» o «Griegos»? Autorrepresentación nacional en los albores de la independencia
griega y en el siglo xii bizantino
467
469
comunicaciones ■ comunicacions
Ricard Andreu Expósito & Oriol Oleti Vila ■ El Ars Gromatica Gisemundi y la situación de la Península Ibérica en época
bizantina
Inmaculada Jiménez Crespo ■ Un acercamiento al médico
griego Pablo de Egina
Mar Marcos Sánhez ■ Persuasión vs. coacción en la controversia religiosa de la Antigüedad Tardía (Atanasio, Historia
Arianorum 33)
477
485
493
Humanismo ■ Humanisme
493
495
ponencia ■ ponència
Jesús-M.ª Nieto Ibáñez ■ La defensa de los clásicos en el
Humanismo cristiano: el cisterciense Lorenzo de Zamora
517
519
sesión plenaria ■ sessió plenària
Antonio Alvar Ezquerra ■ Flechas de amor y muerte: a propósito de unos poemas atribuidos a Diego Hurtado de Mendoza
y los Emblemata de Alciato
Conuentus Classicorum vol. i · Madrid 2017 · 909–920
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599
607
comunicaciones ■ comunicacions
Milagros del Amo Lozano ■ La primera traducción de Juvenal
en España
Manuel Ayuso García ■ Esbozo de edición del texto del De
nuptiis Philologiae et Mercurii transmitido durante el humanismo mediante el uso de las etiquetas tei
Luis Alfonso Llera Fueyo & Toribio Fuente Cornejo ■ Notas
textuales al comentario de Pedro Juan Núñez a la Poética de
Aristóteles
Catalina Monserrat Roig ■ A propósito de Juvenal y Marcial:
misoginia y homofobia en las Declaraciones magistrales de
Bartolomé Jiménez Patón
Juan M.ª Núñez González■ La contribución de Pedro Juan
Núñez a la epigraía latina: notas para su revaluación
Paulino Pandiella Gutiérrez & Toribio Fuente Cornejo ■ Algunas consideraciones textuales a las cartas de Pedro Juan
Núñez
Cynthia Pérez Carrillo ■ Politianus Latinus, traducciones de
poesía helenística
Luis Pomer Monferrer ■ Retórica y pedagogía en el humanismo renacentista: la Methodus oratoria de Andreu Sempere
y el ramismo
615
Tradición clásica ■ Tradició clàssica
615
617
ponencia ■ ponència
M.ª José Muñoz Jiménez ■ La tradición de la literatura en
extractos, una cuestión abierta
641
643
comunicaciones y póster ■ comunicacions i pòster
Álvaro Albero Mompeán ■ La Fabula Psiches et Cupidinis de
Niccolò da Correggio
José Ignacio Andújar Cantón ■ El mundo clásico en El huésped
de la habitación número cinco de Francisco García Pavón
Juan Bris García ■ Un aspecto del mito y de la leyenda clásica
en La Celestina: el cabello de Melibea y el mito de Medusa
Juan Bris García ■ Medusa en Melibea: un aspecto iconográico
de la mitología clásica en La Celestina
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659
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745
753
763
771
779
José Calderón Felices ■ Emilio García Gómez, humanista
clásico
Elena Coelho Sarro ■ La ópera Tespis: el mundo del teatro se
instala en el Olimpo
Mariluz García Irles ■ Historia Apollonii regis Tyri y Gesta
Romanorum: un estudio comparativo
Helena Guzmán García ■ Aristote amoureux ou Le philosophe
bridé (1780): una ópera cómica sobre Aristóteles
Ernet Marcos Hierro ■ Un caso de mythopoiesis barroca: el
Orfeo de Aurelio Aureli y Antonio Sartorio
Ramón Martínez Fernández ■ Teócrito en la literatura española del Renacimiento
Jesica Navarro Diana ■ Lo «helénico» en la poética de Dionisios Solomós y el arquetipo alemán del xviii
Rosa Pedrero Sanho ■ La víspera de la ópera: los intermedios
de La Pellegrina
Antônio Donizeti Pires ■ Orfeu na cena trágica brasileira
M.ª Teresa Quintillà Zanuy ■ Empremta clàssica als trobadors
de Ponent del segle xxi
José Manuel Vélez Latorre ■ Tradición clásica na Literatura
Galega: o libro de poemas Lanza de Soledá (1961) de Aquilino
Iglesia Alvariño, entre Eurípides, Lucrecio e Carles Riba
Paola Volpe Cacciatore ■ La Medea di Seneca nella traduzione
di Miguel de Unamuno
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