El camino hacia la descarbonización

Redacción LA VOZ

SOCIEDAD

N. A.

Mitigar el cambio climático es una responsabilidad compartida en el paso hacia la transición energética

04 dic 2019 . Actualizado a las 13:31 h.

Del 2 al 13 de diciembre España acoge la COP 25, una cumbre que, bajo la presidencia de Chile, reúne en Madrid a líderes de cerca de 200 países para desarrollar el Acuerdo de París y fijar la hoja de ruta internacional contra el cambio climático para la próxima década. El objetivo, en definitiva, es definir las últimas reglas de funcionamiento del  Acuerdo de París antes de su puesta en marcha, prevista para el próximo año 2020.

 Las emisiones a nivel mundial están alcanzando unos niveles sin precedentes que parece que aún no han llegado a su cota máxima. Los últimos cuatro años han sido los más calurosos de la historia y las temperaturas invernales del Ártico han aumentado en 3 °C desde 1990. Los niveles del mar están subiendo, los arrecifes de coral se mueren y estamos empezando a ver el impacto fatal del cambio climático en la salud a través de la contaminación del aire, las olas de calor y los riesgos en la seguridad alimentaria

Los impactos del cambio climático se sienten en todas partes y están teniendo consecuencias muy reales en la vida de las personas. Las economías nacionales se están viendo afectadas por el cambio climático, lo cual a día de hoy nos está costando caro y resultará aún más costoso en el futuro. Pero se empieza a reconocer que ahora existen soluciones asequibles y escalables que nos permitirán dar el salto a economías más limpias y eficientes.

Los últimos análisis indican que, si actuamos ya, podemos reducir las emisiones de carbono de aquí a 12 años y frenar el aumento de la temperatura media anual por debajo de los 2 °C, o incluso a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, según los datos científicos más recientes. 

Las consecuencias de este fenómeno son muchas y variadas: el deshielo y aumento del nivel del mar, condiciones meteorológicas extremas y la variación del régimen de precipitaciones, peligros para la salud humana y costes para la economía y la naturaleza (entre 1980 y 2011 las inundaciones afectaron a más de 5,5 millones de personas y causaron pérdidas económicas directas por más de 90.000 millones de euros, advierte la Comisión Europea).

 Para ello contamos con el Acuerdo de París, un marco normativo visionario, viable y puntero que detalla exactamente las medidas a tomar para detener la alteración del clima e invertir su impacto. Sin embargo, este acuerdo no tiene sentido en sí mismo si no se acompaña de una acción ambiciosa. Sobre esa acción trabajan estos días administraciones y agentes de todo el mundo en Madrid, en el marco de la COP 25, la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2019. 

En Europa, los objetivos en materia de lucha contra el cambio climático son ambiciosos. En 2011 la UE confirmó su intención de reducir las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero) en el horizonte 2050 entre un 80% y un 95% respecto al nivel de 1990, y para alcanzar este objetivo, la Comisión Europea ha aprobado unos objetivos intermedios vinculantes para los países, que incluyen una reducción de la emisiones domésticas de GEI de al menos de un 40% y llegar a una cuota del 32% de energías renovables en el horizonte de 2030. Esta semana, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, anunció el objetivo, que deberá aprobar el Consejo de Ministros de la UE, de alcanzar la neutralidad climática en el 2050.

 Para lograr tales emisiones y mitigar los efectos del calentamiento global, resulta imperativo descarbonizar el sistema energético. Según el informe Un modelo energético sostenible para España en 2050, elaborado por Deloitte: «Es necesaria una transición energética inteligente y flexible, que garantice el cumplimiento de los objetivos económicos y ambientales internacionales, dado que las nuevas tecnologías que harán posible la completa descarbonización tienen todavía un largo camino de maduración».

 Las nuevas tecnologías a las que se refiere el informe son las energías renovables. Sin duda, con una creciente implantación a costes competitivos en todo el mundo, este tipo de energías están ciertamente llamadas a desempeñar un papel indispensable a la hora de avanzar hacia un balance global cero en emisiones.

 Entre las energías más necesarias para lograrlo destaca el gas natural, que puede desempeñar un papel decisivo en la transición energética para lograr un sistema bajo en emisiones de carbono a través de iniciativas como la cogeneración en industrias y en el sector residencial, como fuente de energía que sirva de respaldo de las energías renovables, así como su uso en el transporte terrestre y marítimo, según señalan varios expertos e informes sobre la materia.

 Por lo que se refiere a la descarbonización de los usos energéticos no eléctricos (procesos industriales de alto calor, transporte pesado y marítimo, parte del consumo residencial en calefacción, etc.) es donde el gas renovable o las tecnologías de captura y uso/almacenamiento de carbono tienes un rol importantísimo que jugar. Dentro de los gases renovables nos encontramos dos principalmente, el biometano y el hidrógeno de origen renovable. El biometano es indistinguible del gas natural de origen convencional, si bien se produce a partir de residuos orgánicos, que en su tratamiento se evitan las emisiones de metano propias de su descomposición, teniendo un efecto neutro con el clima e incluso pudiendo llegar a actuar como sumidero dependiendo del proceso.

 «A día de hoy, todavía existe cierta incertidumbre sobre cómo será exactamente el sistema energético descarbonizado en 2050. Sin embargo, teniendo en cuenta la necesidad de seguir investigando, así como los largos ciclos de inversión en general, es necesario establecer un marco político y regulatorio que permita lanzar el proceso de descarbonización ya en la actualidad», señalaba recientemente Walter Boltz, experto en regulación y miembro de la Agency for the Cooperation of Energy Regulators (ACER).

 «Es necesario definir un sistema regulatorio que estimule las inversiones necesarias para lograr la descarbonización del mercado energético en la UE en 2050, y ello significa disponer de un modelo mixto de electrificación y de gas renovable», ha destacado Christopher Jones, experto energético y profesor del European University Institute.

Empresas cada vez más comprometidas, el giro verde de Naturgy

La energética española Naturgy ha cambiado mucho en los últimos dos años: cambios en la presidencia, en el Consejo de Administración, en su organigrama y hasta en su nombre y logo. El cambio implantado en el negocio se ha visto reflejado en el anuncio del cierre de todas las plantas de carbón de la compañía. Naturgy, en aras de mantener su relación con los territorios en los que ha basado su actividad durante décadas, mantiene conversaciones con las administraciones para buscar diferentes alternativas que ayuden a mantener el desarrollo económico de estas zonas, y prevé sustituir la capacidad contaminante por energía limpia, que provenga de parques eólicos y plantas fotovoltaicas, así como proyectos asociados al gas renovable y la movilidad eficiente.

 La empresa está firmemente convencida que las renovables tendrán un papel muy relevante en la transición energética. Su Plan Estratégico 2018-2022 prevé triplicar la capacidad instalada en renovables hasta 2022. En este sentido, Naturgy cerró el primer semestre de 2019 en España con una potencia renovable instalada en operación de 1.291 MW consolidables. A finales del pasado verano, la compañía era la primera en conectar a la red la totalidad de la potencia solar adjudicada en la subasta de julio de 2017, en total 250 MW.

 En el período 2018-2019 Naturgy habrá invertido un total de casi 1.000 millones de euros en el desarrollo de renovables en España, lo que hará que aumente este ejercicio un 82,8% su potencia instalada en renovables con respecto a 2018, hasta los 2.052 MW, construyendo diversos proyectos renovables en distintas Comunidades Autónomas en España.

Impulso a la generación renovable en Galicia

Galicia, por su situación geográfica y su orografía, cuenta con las mejores condiciones ambientales y un inmenso potencial en recurso eólico, por lo que es una zona óptima para el desarrollo de este tipo de instalaciones. La Comunidad Autónoma afronta ahora el reto de convertirse en un territorio más sostenible con la instalación de fuentes de energía limpias y renovables. La energía eólica es ya la principal energía de origen renovable en Galicia y la que presenta mejores perspectivas para un desarrollo futuro. Según datos de la Asociación Eólica Galega, la eólica representa más del 55 % de la generación renovable y aporta anualmente en la Comunidad 8.000 GWh, lo que representa más del 40% del consumo de energía eléctrica.

 A estas cifras ha sido importante la aportación de Naturgy, pionera en la construcción del primer parque eólico de Galicia en 1990, el de Cabo Vilano, en el municipio de Camariñas. También fue la primera en repotenciar un parque eólico en Galicia y en 2016 sustituyó los 22 aerogeneradores originales de Cabo Vilano por 2 nuevos aerogeneradores que incrementaron la producción un 400% al tiempo que disminuyeron el impacto paisajístico y ambiental. Actualmente, la compañía energética cuenta en la Comunidad con una potencia eólica instalada de 304,6 MW, con 13 parques eólicos en operación y una producción anual de 749 GWh en 2018. En régimen especial, el grupo opera una cartera de 105 MW de minihidráulicas (9 centrales) y 15,2 MW de cogeneración.

 La multinacional energética confirma su importante apuesta y compromiso con Galicia con la construcción, actualmente, de seis parques eólicos en las provincias de Lugo y A Coruña en los que Naturgy habrá invertido aproximadamente 200 millones de euros. Estos proyectos cuentan con un total de 54 aerogeneradores que sumarán una potencia de casi 200 MW y producirán el consumo eléctrico anual de alrededor de 270 mil hogares, equivalente al de casi toda la provincia de Lugo. La puesta en marcha de estos parques gallegos, prevista para antes de final de año, permitirá además desplazar el uso de otras fuentes de generación eléctrica convencional, evitando la emisión de unas 434.000 toneladas de CO2 anualmente a la atmósfera y otros gases contaminantes de efecto invernadero.

 En su apuesta por las energías renovables y en línea con su compromiso con Galicia, Naturgy cuenta con una cartera de proyectos eólicos en la Comunidad que se podrán desarrollar a partir de 2020 y que supera los 300 MW.