Elecciones entre protestas en Argelia

La ciudadanía del país magrebí, que lleva diez meses manifestándose, rechaza en su mayoría los comicios de este jueves mientras España los apoya

Varias personas sostienen la bandera argelina durante una protesta en la víspera de las elecciones el 11/12 en Argel. | Foto: Mohamed Messara (Efe)

Argelia ha votado este jueves en unas elecciones ampliamente rechazadas por la ciudadanía. La masiva movilización social que inunda las calles del país desde el pasado febrero forzó la renuncia del expresidente Abdelaziz Buteflika —que llevaba desde 1999 en el poder— y provocó el aplazamiento de los comicios presidenciales en dos ocasiones. Los argelinos piden un cambio real pero el actual sistema de gobierno solo ofrece reemplazar el jefe de Estado eligiendo entre cinco candidatos del antiguo régimen. No se vislumbra un favorito claro y el dato clave será el nivel de participación. A las 17 horas, dos horas antes del cierre de los colegios electorales, era de un 33,06%, según datos de la autoridad nacional independiente de elecciones recogidos por Efe. En Cabilia, región de mayoría bereber, la elección ha sido anulada tras el boicot.

“Ningún voto para los gangsters”, “los generales a la basura”, “no al voto”, eran algunos de los carteles con los que los manifestantes desfilaban la víspera de los comicios por las calles de las principales ciudades. En Argel, la capital, la policía dispersó a miles de personas que pedían anular las elecciones convocadas por el presidente interino Abdelkader Bensalah y sugerido por el hombre fuerte del país, Ahmed Gaid Salah, jefe del Estado Mayor desde hace 15 años. 

Agentes de policía frente a un colegio electoral en Argel. | Foto: Mohamed Mesara (Efe)

Los colegios electorales han abierto a las 8 de la mañana y cerraron a las 19 horas sin encuestas a pie de urna. Los resultados se conocerán el viernes y en el caso de que ningún candidato supere el 50%, habrá segunda vuelta. En la última semana han podido votar los argelinos que viven fuera. En París, el sábado 7 de diciembre, decenas de manifestantes protestaron frente al consulado y decidieron no votar. También en San Francisco hubo una manifestación frente a la representación del país y según recoge Al-Jazeera citando a la comunidad argelina de la ciudad, «solo 14 personas votaron en un padrón de 3.000».

«Si en el pasado los niveles de participación fueron muy bajos, en esta ocasión se podría batir un récord de urnas casi vacías. No ayuda a dar credibilidad al proceso el hecho de que las autoridades argelinas no hayan permitido la presencia de observadores internacionales en las elecciones», analiza Haizam Amirah Fernández, investigador del Real Instituto El Cano en un artículo.

¿Por qué empezaron las manifestaciones?

La ciudadanía de Argelia lleva manifestándose cada viernes sin interrupción desde el 22 de febrero de 2018. Ese día, miles de personas tomaron las calles para protestar contra la decisión del entonces presidente Abdelaziz Buteflika de presentarse a un quinto mandato presidencial a pesar de su delicado estado de salud. Además de los viernes, los estudiantes del país también han decidido salir a la calle todos los martes.

«Nunca hasta ahora se había visto una movilización tan impresionante y bien organizada, tan masiva, inter-clasista, inter-generacional y representativa de todo el país y su diáspora», señala Rafael Bustos, especialista en Argelia y parte del Observatorio Político y Electoral del Mundo Árabe y Musulmán en su informe pre-electoral.

Manifestantes el 6 de diciembre con carteles que dicen en francés: «Este voto no tendrá lugar». |Foto: Efe

El movimiento popular, también conocido como Hirak, exige romper con el sistema que ha gobernado el país desde su independencia de Francia en 1962. Los ciudadanos piden una separación real de los poderes y el fin del statu quo, lo que implica vivir en un Estado civil, más que en un Estado dirigido por militares, según señala Haizam Amirah Fernández, del Instituto El Cano.

«Piden un cambio real y no meras reformas de carácter cosmético», explica a Newtral.es Carlos Pérez Palomino, colaborador de El Orden Mundial especializado el mundo árabe. Los investigadores coinciden en que el carácter pacífico del movimiento es clave y ha permitido que sea tan duradero. Según explican, el movimiento constituye una ruptura con la violencia de las movilizaciones históricas anteriores: la guerra de independencia de Francia y la guerra civil, que empezó en 1991 y duró diez años.

Los manifestantes también quieren la liberación de los presos. Así, pese al carácter pacífico de las protestas, las autoridades intensificaron las «detenciones arbitrarias de manifestantes del movimiento», según denuncia Amnistía Internacional. Del 17 al 24 de noviembre, al menos 300 personas fueron detenidas en sucesivas oleadas, recoge la Liga Argelina para la Defensa de los Derechos Humanos, una organización no gubernamental. Por su parte, el Comité Nacional para la Liberación de los Presos — creado en agosto por activistas y abogados para defender los detenidos — calcula que más de 120 manifestantes detenidos han sido condenados o encarcelados de manera preventiva.

¿Cuál fue la reacción del Gobierno?

Frente a las movilizaciones masivas, el expresidente Buteflika dimitió el pasado 2 de abril, después de que el jefe del Ejército Ahmed Gaid Salah pidiera su inhabilitación. El gobierno interino pospuso dos veces las elecciones hasta este jueves. Para el poder, los comicios son claves para recuperar cierta legitimidad electoral.

El pasado martes, a 48 horas de las presidenciales, dos ex primeros ministros fueron condenados por un tribunal de Argel a 15 y 12 años de cárcel, la primera vez que ex jefes de gobierno son juzgados desde la independencia. Ahmed Ouyahia y Abdelmalek Sellal, de 67 y 71 años respectivamente, fueron procesados por delitos de corrupción. «Un intento de calmar la situación y de mostrar que se están haciendo cambios», considera Pérez Palomino, de El Orden Mundial.

Ghaliya Djelloul, socióloga argelina de la Universidad de Louvaina en Bélgica destaca a Newtral.es que hay un conflicto entre dos actores: el régimen por una parte y el movimiento social por otra. «Para el régimen el desafío es salir de una crisis a corto plazo. Las elecciones son la vía fácil y rápida para reencontrar la legitimidad», explica, insistiendo que no había «plan B» después de Buteflika. «Para el movimiento social, el desafío es no caer en la agenda del régimen para que no logre constituir una faceta civil», agrega.

La investigadora destaca que las manifestaciones han vuelto a visibilizar la historia de lucha del país. Como recuerda, en las manifestaciones se han visto algunos eslóganes de antaño: «un solo héroe, el pueblo» o «Argelia libre y democrática». Pero sobre todo, por su unidad y pluralismo, las protestas «curan un vínculo social dañado por la historia de Argelia», subraya Djelloul.

¿Quiénes son los candidatos para estas elecciones?

En noviembre, el representante de la Autoridad Independiente de Supervisión Electoral — creada en septiembre y cuestionada por el Hirak — , nombró a cinco candidatos de 23 para presentarse a las elecciones presidenciales. Todos han ocupado cargos políticos con anterioridad.

Cuatro de ellos fueron ministros y los que aparecen con más opción para convertirse en un nuevo presidente, Abdelmajid Tebboune y Ali Benflis, ocuparon el cargo de primer ministro. Ambos son del partido de oposición Talaie El Houriat y el último compitió con Buteflika en las elecciones de 2014, en las que denunció un fraude electoral.

Colegio electoral en la capital del país, Argel. | Foto: Efe

Los otros candidatos son Azzedine Mihoubi, escritor y periodista que fue ministro de Cultura entre 2015 y 2019, y Abdelkader Bengrina, antiguo ministro de Turismo. Además, Bengrina es parte del movimiento islamista MSP e hizo campaña auto-proclamándose candidato del Hirak. Por su parte, Abdelaziz Belaïd fue durante años diputado del Frente de Liberación Nacional (FLN), el partido que gobierna el país desde la independencia. Actualmente, es presidente del partido Frente El Mostakbal.

Argelia, «asunto interno» de España

El país magrebí, está situado aproximadamente a 200 km de la península ibérica y constituye uno de los principales exportadores de energía a España. Según la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), el 51 % del gas que España tuvo que importar en 2018 lo compró a Argelia, al que está unido físicamente por un gasoducto submarino. Así, existe una gran presencia de empresas españolas del sector en el territorio, entre ellas Repsol y Cepsa.

Además, según las estadísticas oficiales de Argelia, en 2016 España fue, tras Italia y Francia, el tercer socio comercial de Argelia. El país magrebí depende de la venta del gas y del petróleo, que constituyen el 95% de sus exportaciones y alimentan cerca del 60% de su presupuesto nacional.

A finales de noviembre, el ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, visitó Argel para estrechar la cooperación bilateral. «España siempre ha considerado que [la situación en Argelia] es una cuestión interna, y el Gobierno español apoya el proceso electoral que se va a celebrar el próximo 12 de diciembre», señaló en esa ocasión el ministro.

Según recoge Efe, el ministerio argelino de Interior precisó en ese entonces que el objetivo del encuentro era «reforzar la estratégica cooperación entre ambos países en la lucha contra la inmigración irregular, el terrorismo y la delincuencia organizada, así como la cooperación en el ámbito de la protección civil y la seguridad vial».

En ese contexto, la Unión Europea evitó pronunciarse esta semana sobre las elecciones. El Parlamento Europeo emitió una resolución en noviembre en la cual criticó la violación de los derechos humanos durante las manifestaciones pero evitó la espinosa cuestión de la legitimidad de las elecciones. Sin embargo, para el Gobierno argelino, la resolución se consideró una “injerencia flagrante” y una “provocación hacia el pueblo argelino”.

Fuentes

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