VIH y sida

13 de julio de 2023

Datos y cifras

  • El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que sigue siendo uno de los mayores problemas para la salud pública mundial, se ha cobrado 40,4 (de 32,9 a 51,3) millones de vidas. Su transmisión persiste en todos los países, y en algunos de ellos las nuevas infecciones están aumentando, cuando antes estaban en descenso.
  • Se calcula que a finales de 2022 había 39,0 (de 33,1 a 45,7) millones de personas que vivían con el VIH, dos tercios de ellas (25,6 millones) en la Región de África de la OMS.
  • En 2022 fallecieron 630 000 (de 480 000 a 880 000) personas por causas relacionadas con el VIH y 1,3 (de 1,0 a 1,7) millones contrajeron el virus.
  • No hay cura para la infección por el VIH. Con todo, habida cuenta del acceso a la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la atención eficaces del VIH y de las infecciones oportunistas, la infección por el VIH se ha convertido en un problema de salud crónico tratable que permite que las personas que han contraído el virus puedan vivir muchos años con buena salud.
  • La OMS, el Fondo Mundial y ONUSIDA cuentan con estrategias mundiales contra el VIH que están en consonancia con la meta 3.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible consistente en poner fin a la epidemia de VIH para 2030.
  • De aquí a 2025, el 95% de las personas que viven con el VIH deberían haber recibido un diagnóstico, el 95% de ellas deberían estar tomando tratamientos antirretrovíricos (TAR) que salvan vidas, y el 95% de las personas que viven con el VIH deberían haber logrado suprimir la carga vírica, tanto para beneficio de su salud como para disminuir la transmisión del VIH. En 2022, estos porcentajes fueron del 86% [73–>98 %], el 89% [75–>98%] y el 93% [79–>98%], respectivamente.
  • Si tomamos al conjunto de las personas que viven con el VIH, el 86% [73->98%] conocía su condición, el 76% [65-89%] estaba recibiendo tratamiento antirretrovírico y el 71% [60-83%] había logrado suprimir la carga vírica.

Panorama general

La infección por el VIH ataca el sistema inmunitario, y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) es la fase más avanzada de la enfermedad.

El VIH ataca a los glóbulos blancos, debilitando el sistema inmunitario, y esto hace que sea más fácil contraer enfermedades como la tuberculosis, otras infecciones y algunos tipos de cáncer.

Se transmite a través de los líquidos corporales de las personas infectadas, como sangre, leche materna, semen y secreciones vaginales. No se transmite por besos o abrazos ni por compartir alimentos. También puede transmitirse de madre a hijo durante el embarazo y el parto.

El VIH se puede tratar y prevenir con tratamiento antirretrovírico (TAR), y si no se trata puede evolucionar a sida, a menudo al cabo de muchos años.

La OMS considera que la enfermedad por VIH está avanzada cuando se encuentra en el estadio 3 o 4 de la OMS o cuando el número de células CD4 es inferior a 200 por mm3 en adultos y adolescentes. Se considera que todos los niños con VIH menores de 5 años padecen enfermedad avanzada por VIH.

Signos y síntomas

Los síntomas de la infección por el VIH difieren según el estadio en que se encuentre.

La enfermedad se transmite más fácilmente en los primeros meses posteriores a la infección, pero muchos casos no saben que están infectados hasta las fases más avanzadas. En las primeras semanas posteriores al contagio, algunos casos no manifiestan ningún síntoma, mientras que otros presentan un síndrome gripal con:

  • fiebre,
  • dolor de cabeza,
  • erupción cutánea,
  • dolor de garganta.

A medida que la infección debilita progresivamente el sistema inmunitario, pueden aparecer otros signos y síntomas:

  • inflamación de los ganglios linfáticos,
  • pérdida de peso,
  • fiebre,
  • diarrea,
  • tos.

En ausencia de tratamiento pueden aparecer enfermedades graves:

  • tuberculosis,
  • meningitis por criptococos
  • infecciones bacterianas graves,
  • cánceres como los linfomas o el sarcoma de Kaposi.

El VIH hace que empeoren otras infecciones, como la hepatitis B, la hepatitis C o la viruela símica.

Transmisión

El VIH se transmite a través del intercambio de líquidos corporales de la persona infectada, como la sangre, la leche materna, el semen o las secreciones vaginales. El VIH también puede transmitirse al bebé durante el embarazo y el parto. En cambio, no se contagia mediante contactos ordinarios cotidianos como besos, abrazos o apretones de manos ni por el hecho de compartir objetos personales, agua o alimentos.

Es importante señalar que las personas con VIH que están recibiendo TAR y tienen una carga vírica indetectable no lo transmiten a sus parejas sexuales. El acceso temprano al TAR y el apoyo para continuar el tratamiento son, por tanto, cruciales no solo para mejorar la salud de los pacientes, sino también para prevenir la transmisión del virus.

Factores de riesgo

Comportamientos y afecciones que aumentan el riesgo de contraer el VIH:

  • tener relaciones sexuales, anales o vaginales, sin preservativo;
  • padecer otras infecciones de transmisión sexual (ITS), como sífilis, herpes, clamidiasis, gonorrea o vaginosis bacteriana;
  • hacer un consumo nocivo de bebidas alcohólicas o drogas en el contexto de las relaciones sexuales;
  • compartir soluciones de drogas, agujas, jeringuillas u otro material de inyección que estén contaminados;
  • recibir inyecciones, transfusiones o trasplantes de tejidos sin garantías de seguridad, o ser objeto de procedimientos médicos que entrañen cortes o perforaciones con instrumental no esterilizado;
  • pincharse accidentalmente con una aguja, hecho particularmente frecuente en el personal de salud.

Diagnóstico

El VIH puede diagnosticarse mediante pruebas de diagnóstico rápido que ofrecen resultados el mismo día. Esto facilita enormemente el diagnóstico precoz y permite iniciar la prevención y el tratamiento. Además, hay pruebas a las que puede someterse el propio paciente. Con todo, ninguna prueba puede proporcionar por sí sola un diagnóstico completo de seropositividad para el VIH, así que se requiere una prueba confirmatoria realizada por un trabajador social o de la salud, cualificado y formado, en un centro comunitario o dispensario. La infección por el VIH se puede detectar con gran exactitud mediante pruebas precalificadas por la OMS en el marco de una estrategia de detección y siguiendo un algoritmo aprobado a nivel nacional.

Las pruebas de uso más generalizado para el diagnóstico del VIH detectan los anticuerpos que se generan como parte de la respuesta inmunitaria para luchar contra el virus. En la mayoría de las personas, los anticuerpos contra el VIH aparecen en los 28 días posteriores a la infección. Durante este periodo en que todavía no se han generado suficientes anticuerpos para que se puedan detectar mediante las pruebas utilizadas habitualmente, el paciente puede transmitir el VIH. Las personas que hayan tenido una exposición reciente de alto riesgo y obtengan un resultado negativo pueden hacerse una prueba adicional después de 28 días.

A quienes hayan dado positivo en una primera prueba diagnóstica se les debe realizar una nueva prueba antes de iniciar la atención y el tratamiento, con el fin de descartar que los resultados sean incorrectos o se hayan notificado erróneamente. Aunque hay pruebas de detección simples y eficaces para los adolescentes y los adultos, no ocurre lo mismo con los lactantes de madres VIH-positivas. Las pruebas rápidas de anticuerpos no bastan para detectar la infección en niños de menos de 18 meses, por lo que se deben realizar pruebas virológicas al nacer o a las 6 semanas. En la actualidad hay nuevas técnicas para hacer estas pruebas en el lugar de atención y obtener los resultados en el mismo día, lo cual permite atender al paciente e iniciar el tratamiento con mayor rapidez.

Prevención

La enfermedad por VIH es prevenible.

Se puede reducir el riesgo de infección mediante:

  • el uso de preservativos masculinos o femeninos durante las relaciones sexuales;
  • la realización de pruebas de VIH y de otras infecciones de transmisión sexual;
  • la circuncisión quirúrgica masculina voluntaria;
  • el uso de los servicios de reducción de daños para los consumidores de drogas inyectables.

El médico también puede proponer la administración de medicamentos o el uso de dispositivos médicos que ayudan a prevenir el VIH, como:

  • antirretrovíricos (ARV), como profilaxis anterior a la exposición por vía oral y productos de acción prolongada;
  • anillos vaginales de dapivirina;
  • cabotegravir inyectable de acción prolongada.

Los ARV también se pueden utilizar para prevenir la transmisión del VIH de la madre al niño.

Quienes estén tomando TAR y no presenten virus en la sangre no contagiarán a sus parejas sexuales, por lo que la ampliación del acceso a las pruebas y al TAR es muy importante para prevenir esta infección.

Tratamiento

La infección por el VIH no tiene cura, pero el TAR detiene la multiplicación del virus.

Los TAR actuales no curan la infección, pero impiden que el sistema inmunitario se debilite progresivamente y le permiten seguir luchando contra otras infecciones.

Los TAR actuales tienen que tomarse diariamente de por vida.

El TAR reduce la cantidad de virus presentes en el organismo, lo cual detiene los síntomas y permite tener una vida plena y saludable. Los pacientes con VIH que estén tomando TAR y no tengan virus detectables en la sangre no contagiarán a sus parejas sexuales.

Las embarazadas con VIH deben tener acceso al TAR y tomarlo cuanto antes, pues esto protegerá su salud y evitará que el virus pase al feto antes del nacimiento o al lactante durante la lactancia materna.

La administración de TAR a personas sin VIH puede prevenir la enfermedad.

Cuando se administra antes de una posible exposición al VIH se denomina profilaxis previa a la exposición, y cuando se administra después, profilaxis posterior a la exposición. Ambos tipos de profilaxis están indicados cuando el riesgo de contraer el VIH es alto, pero no debe hacerse sin consultar a un médico.

La enfermedad avanzada por el VIH sigue siendo un problema en la lucha contra este virus. La OMS está ayudando a los países a aplicar un programa de atención a la enfermedad avanzada por el VIH a fin de reducir los síntomas y las defunciones. Se están desarrollando nuevos medicamentos contra el VIH que en el futuro podrían cambiar el TAR y la profilaxis, en particular formulaciones inyectables y tratamientos breves para infecciones oportunistas, como la meningitis por criptococos.

Más información sobre los tratamientos contra el VIH

Respuesta de la OMS

Gracias a las estrategias mundiales del sector de la salud contra el VIH, las hepatitis víricas y las infecciones de transmisión sexual para el periodo 2022-2030, se están aplicando medidas estratégicas para lograr los objetivos de poner fin al sida, las hepatitis B y C y las infecciones de transmisión sexual de aquí a 2030. 

Estas estrategias proponen una serie de medidas compartidas y específicas para cada enfermedad, respaldadas por la OMS y sus asociados, y tienen en cuenta los cambios epidemiológicos, tecnológicos y contextuales ocurridos en años anteriores, fomentan el aprendizaje en todas las áreas y brindan la oportunidad de aprovechar las innovaciones y los nuevos conocimientos para responder eficazmente a estas enfermedades. Para aplicar dichas estrategias es preciso centrarse en las personas más afectadas y con mayor riesgo de contraer cada enfermedad, así como corregir las inequidades existentes. De ese modo, se promueven sinergias en el marco de la cobertura sanitaria universal y la atención primaria y se contribuye a alcanzar las metas de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.